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    El Guardian del lago

    Están equivocados.
    Todos se equivocan.

    Yo no busco venganza. Quizá al principio, pero no ahora. Sé que siempre han pensado eso. El pobre chico subnormal, solo, sin mamá, odiado por todos los demás, deforme: debe ser muy malo.

    Sí, al principio fue venganza. La gente me tenía miedo por mi aspecto, y dejó morir a mi mamá. Decían que estaba loca, ¡mentira! ¡Vosotros la matasteis!

    Al principio fue por rabia, rencor, por venganza. Estaban invadiendo nuestro hogar, y hacían cosas raras, sucias. Eran chicos como yo, pero eran diferentes, y hacían cosas diferentes, cosas que yo sabía que nunca podría hacer: no me gustaban. Les odiaba, les envidiaba. No, no podía permitirlo, no en nuestra casa, quería que se fueran de aquí.

    Mamá también quería eso: lo sabía.

    Mamá estaba muerta, pero yo no. Yo lo impediría.

    Así que cogí el machete. Cogí el hacha, y cogí los cuchillos. Daba igual el arma: no debían estar aquí; con su presencia manchaban nuestra casa, ensuciaban el lago. Eran unos guarros, enseñando sus cuerpos desnudos en el embarcadero, en mi balsa. Hacían cosas sucias: mamá se habría enfadado. No lo podía permitir.

    Y les maté, sí, les maté con machetes, con hachas, con cuchillos, y con mis manos (mamá siempre decía que soy muy fuerte; mamá me quería mucho y sabía que allí arriba, en el cielo, estaba orgullosa de mí). Y cuando los mataba no se reían de mí, no me llamaban monstruo, sólo gritaban de terror sorprendidos ante mi presencia, preguntándose qué se ocultaba tras esa máscara blanca de hockey, el rostro pálido de la muerte, de su muerte: me gustaba, al fin la gente tenía una razón verdadera por la que temerme.

    Con su sangre sobre mi cuerpo sentía una nueva fuerza. No lo entendía, pero era muy agradable. Y seguí matando a todo aquel que se atrevía a manchar nuestro hogar, nuestro lago.

    Sabía que mamá estaba contenta conmigo.

    Entonces, un día, no se cual, no me importa cual, me mataron. Mi mamá no me había hablado de eso: dolía mucho, mucho, mucho. Ocurrieron cosas raras, casi parecían sacadas de la tele. Vi mi cuerpo tendido en el suelo, cubierto de barro y sangre. La lluvia trataba de lavarlo. Y sentí frío, mucho frío. Un frío que no era físico, sino de dentro del alma. Y había algo en ese frío, algo malo, muy malo. Me daba mucho miedo, porque era muy malo, y mamá no estaba allí para cuidarme. Estaba otra vez solo, solo con esa cosa malísima, con esa cosa que me quería comer: lo sé, me quería devorar como yo hacía con las ardillas que cazaba en el bosque.

    Pero otra cosa rara ocurrió: la sangre me llamó. No la mía, sino la de mis víctimas, la que me cubría formando una costra. Esa sangre que yo había vertido me daba de nuevo su fuerza. Me alejaba del ser malo, lejos de él, hacia mi cuerpo. Y volví a ver con mis ojos, volví a contemplar las copas de estos árboles que fueron mis compañeros de infancia, volví a oler la frescura del bosque húmedo tras la lluvia.

    Todo me dolía, pero no tenía frío y no estaba ese ser malo.

    Al fin lo comprendí: dicen que soy subnormal y deforme, un monstruo, pero no soy tan tonto como para no entender las cosas. Mi mamá quería que siguiese guardando nuestro hogar, Crystal Lake. Nadie debía mancharlo, nadie debía profanarlo con sus actos indecentes. Yo estaría allí para impedirlo.

    El tiempo pasó.

    Las víctimas pasaron.

    Y la sangre fluyó.

    Con los años me he vuelto más listo: ahora capto la autentica razón de mi existencia. Mamá está muerta, nunca regresará, nunca sentirá dolor o pena por lo que le ocurra a nuestro hogar: está muerta y no siente, no siente nada de nada, y quizá incluso está dentro de eso tan aterrador que espera en la muerte. Sin embargo, yo soy un milagro: la sangre de los que profanan mi lugar me da energías más allá de la vida, más allá de la muerte. Su muerte me da vida, y con esa vida escapo de aquel al que tengo miedo, aquel que se esconde tras el velo de la muerte.

    Prefiero ser eternamente un muerto en vida a acabar en las fauces de ese ser malo, muy malo, que aguarda al otro lado. Prefiero velar por siempre mi lago, mi hogar, asesinando a quienes lo profanan, ser un vampiro de vida, inmortal con la sangre, antes de caer en las garras del que espera en el frío.

    Y seguiré matando mientras el sol continúe poniéndose en mi lago ya que, o mato, o ese ser malo me cogerá.

    Dedico este relato con todo el cariño que se puede tener a Jason.

    Publicación April 18, 2022
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