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    Acabatú

    ACABATÚ

    Tomado del libro “Cual retazo del Infierno”© 1999 by Gerardo Bloomerfield

    Esteban no tenía costumbre de beber en exceso todos los días, no.

    Solamente aquellos comprendidos entre el lunes y el sábado, inclusive por supuesto….Sería por eso que nunca pudo recordar cuando comenzó a odiarla: por que el único día de la semana en que su mente estaba lo suficientemente lúcida para hacerse preguntas, la cabeza le dolía tanto que lo único que podía recordar era la ubicación de las aspirinas en el botiquín…¡y a veces ni eso!

    Podía recordar cuando había empezado a dejar de amarla, eso si, lo tenía mas o menos claro: cuando la “perra” le empezó a recriminar sus frecuentes llegadas tarde, sus partidos de “futból” frente al televisor y su hábito de beber con los amigos…

    ¡Mujeres!

    A cual peor. ¡El trabajaba toda la semana en aquella maldita oficina para que la “señora” pudriera el culo en un sillón mirando telenovelas y ni siquiera tenía derecho a beberse unos whiskys con los “muchachos”!

    ¿Pero… odiarla? ¿Cuándo había comenzado a odiarla?

    ¿Cuándo amenazó con denunciarlo la noche en que le pegó….? ¿O cuando le vació el contenido de una botella de “etiqueta negra” en el inodoro?

    ¿Cuándo… cuándo había comenzado a odiarla con todo el corazón, con el mismo corazón que algún día (tonto día) la había amado lo suficiente para llevarla al altar vestida de blanco?

    Porque un domingo se dio cuenta que la odiaba, sí que apenas podía verla, parada allí con sus ruleros puestos, regañando por todo mientras el se recomponía de la borrachera del sábado… Se dio cuenta que deseaba su muerte con todo el corazón, que solamente el miedo a ser encarcelado le impedía hundirle cualquiera de los cuchillos de cocina en la espalda, justo allí entre los omoplatos….

    Y así se lo confesó a Carlos, su amigo de todas las andadas mientras compartían unas copas luego de la oficina en aquel bar:

    -¡Qué querés que te diga , Esteban…! A mi la mía ya se me fue con la madre hace años… ¡Soy un tipo feliz! Me dejó el apartamento para mi solo , se llevo a esos “guachos” de mierda, que ni siquiera eran míos seguramente, y ahora… vos ves… Una noche me llevo “un viajecito” de veinte años, otra noche uno de cuarenta con experiencia… Jajajaja… ¡Ya no recuerdo lo que es “estar preso”…!

    Esteban se metió un maní en la boca, de esos recalentados que le ponían siempre en un platillo frente al whisky, y masticándolo le dijo:

    -Si, te felicito… Pero… ¿vos llegaste a odiarla… ? Llegaste al punto de querer, de desear con toda tu alma “que se borre del mapa”? Te juro: ¡no la mato para no ir preso!

    -Pero “boludo”…¡Contratá a alguien para que lo haga!…Acá en los bajos de la “Ciudad Vieja” debe estar lleno de “negros” dispuestos a matar a la madre por un litro de vino…

    -Sí, claro… Voy, me meto en el primer “conventillo” que vea, le pido permiso a las putas que paran en la puerta y pregunto:

    ¿”ché”, quién quiere matar a mi mujer por unos pesos? El “negro” aparece , se me sube al auto , viene conmigo y en casa le clava una navaja…¡O levanta un brazo y la mata con el olor a transpiración!… -hizo una pausa y bebió otro sorbo de licor- ¿Vos estás loco? Para eso lo hago yo…¡Los “milicos” lo “apretan” un poco y yo voy preso hasta “las pelotas”…

    Carlos se reía mientras escuchaba, haciéndole señas al “barman” de que sirviera otra ronda de escocés.

    -Pero loco… ¿Vos me estás hablando en serio?… ¿Tanta bronca le tenés?…

    -¡Venite a vivir conmigo dos días y vas a ver como la matás vos mismo!

    No la aguanto mas “Cacho”… ¡No la aguanto más!- dijo golpeando la barra de bebidas, lo cual se escuchó pese al alboroto del lugar y la estridente música… Varios rostros se dieron vuelta en la semioscuridad, sorprendidos por el golpe…

    -¡Para loco de mierda, para!- le dijo Carlos palmeándole la espalda y sonriéndole a todos los parroquianos como si no hubiera pasado nada- ¡Calmate ché!… Toma, tomate otra… ¡No te podés poner así !… Algún día se te va a dar, vas a ver, va a hacer las valijas y se te va a ir por donde vino: con la madre, como todas…..

    -¡No tiene madre, Carlos…! ¡No tiene donde irse ni donde “caerse muerta”…! Los “viejos” de ella fallecieron cuando era chica….Es lo único favorable que tiene: que no me vino con un suegro incluido durante el noviazgo ni con una suegra durante el matrimonio… Por lo demás…¡Menos mal que nunca tuvimos hijos, que si no…! Carlos continuó bebiendo, sin tomar muy en serio las quejas de su amigo: eran “pan de todos los días” para él…

    ¡Este Esteban! Siempre “rompiendo las pelotas” con su mujer…

    Prendió un cigarro y pensativo miró a su “compinche “ seriamente a los ojos…

    -¡Y bueno…! Entonces la única que te queda es hablar con “Acabatú”

    -¿Qué?…¿Y ese quién mierda es? ¿Un negro borracho del “conventillo” de acá a la vuelta? Carlos largo la carcajada.

    -No “pelotudo”… Es negro, si… No se si será borracho… pero no es un simple “malandrín” como vos pensás… ¿Nunca oíste hablar de él? “Acabatú”: algunos le llaman “el arranca dedo”.

    Hay historias… pero son “boludeces”. Te lo dije “en joda”, no me hagas caso.

    Pero para Esteban, nada relacionado con la posible muerte de su mujer era lo suficientemente “en joda” como para ser tomado a la ligera….¡así fuera un cuento de hadas!

    -Para , pará ….Explicame más Cacho…¿Qué mierda es “Acab…”, bueno, como se llame?

    Carlos se bebió otro trago.

    -¿En serio nunca oíste de él? Y eso que frecuentas bastante la Ciudad Vieja y el Puerto, che, por no decirte las “putas”… Bueno mirá …Yo te cuento lo que sé, lo que se cuenta por ahí… Dicen que era un negro que vivía en el “conventillo” “El Medio Mundo”… Parece que mataba gente por plata, ¿vos me entendés?

    -¡Un sicario común y silvestre!- interrumpió Esteban desilusionado, hundiendo su cara en el vaso nuevamente.

    -No.. pará, pará un poquito….Esto fue hace mucho tiempo…Vos sabes que al Medio Mundo lo demolieron… Bueno, parece que era ladrón también y una vuelta le robó a punta de navaja la billetera y el reloj de oro a un inmigrante italiano recién llegado por el puerto… Lo que no sabía el negro este, era que el “tano” era un ex-padrino de la mafia que venía a cambiar de vida junto a toda su familia acá a Uruguay, y que estaba dispuesto a mandarse una última “vendetta” antes de olvidarse de sus hábitos sicilianos…sobre todo por qué el reloj se lo había regalado la madre. Se fue hasta el “conventillo” con cinco o seis “tanos” mas, entre parientes y amigos. Lo encontraron al negro… Lo sacaron para fuera y se lo llevaron hasta el puerto en plena noche, a bordo de un auto negro recién comprado. Los tipos habían venido con guita….Le buscaron la navaja en el cuerpo.El “morocho” como siempre la llevaba a la espalda, apretada por el cinturón…Mientras los demás lo agarraban y extendían su mano derecha sobre un yunque de amarre del muelle, en la oscuridad el ex-capo le fue cortando los dedos uno por uno con su propia navaja, para que “aprendiera a no robar”…

    Después lo tiraron al mar….Cuentan que los gritos se escucharon desde el centro de la ciudad… Pero no por mucho tiempo: el negro no sabía nadar y con la falta de cinco dedos, menos aun… ¡Lo que debe haber sido el agua salada penetrando en aquellos muñones frescos…! Brrrrr…

    Esteban escuchaba sin perderse una sola palabra, ingiriendo un maní tras otro:

    -Bonita historia… ¡Contásela al escritor este… ¿cómo es? A “Gerardo Bloomerfield” para que escriba un cuento… Pero decíme… ¿Qué mierda tiene que ver esto con mi mujer?

    -¿Me dejás seguir?…Despues de la muerte del negro empezaron los rumores… Dicen que los Italianos se terminaron matando entre ellos en una “pituca” casa del barrio “Carrasco” que habían comprado… El último fue preso, y después llevado al manicomio mientras murmuraba “Acabatú”, “Acabatú”… Y después se le empezó a ver al negro este por las calles de la ciudad vieja, con las cuencas de los ojos vacías , comidos estos por los peces del “Río de la Plata” y con su mano derecha sin dedos chorreando sangre… No se sabe si es que sobrevivió al agua, o si fue el alma de él que regresó… Parece que el moreno además de ladrón y asesino estaba metido en la “Kimbanda” , la magia negra.

    Algunos dicen que arreglo con “los espíritus oscurecidos” para que le dejaran quedarse rondando por acá, por la “Ciudad Vieja” a cambio de conseguirles “materia prima”, es decir almas…

    -Disculpáme que interrumpa,¿no?… Pero insisto… ¿Y como puede matar este negro a mi mujer , eh? Carlos sonrio, moviendo la cabeza… Esteban estaba obsesionado, no había caso…

    -Nadie sabe como mata… Cuentas las putas de acá del barrio que se aparece ante las personas que como vos tienen odio en el corazón, deseos de matar a alguien, pero no se animan o no pueden… Se te aparece y te ofrece hacerte el trabajo…Pero a cambio le tenés que dar tus dedos: un dedo por cada persona que quieras que mate… Por eso le llaman “el arranca dedos”…

    Ahora el que largo la carcajada fue Esteban. Vació el vaso de un trago y abrazó a su amigo despidiéndose:

    -Y decíme… -respondió Esteban en tono jocoso- ¿cuál es el teléfono de este personaje así lo llamo y soluciono mi problema de una vez por todas?

    -¡No me agarrés “para la chacota”…! Las viejas dicen que tenés que hacerte un tajo en un dedo y dejar caer la sangre hasta que moje el piso… Entonces lo llamás así: “Acabatú tengo un dedo, para pagar por un muerto”… Y aparece… pero ahí si te tenés que cortar el dedo del todo y arrojárselo, sino el muerto sos vos… ¿En serio, nunca oíste hablar de él?

    Era hora de retirarse a dormir: su cerebro se lo pedía…Esteban se levantó del taburete, poniendo un billete de cien sobre el mostrador…

    -Habré oído “Cacho”…Pero estaría tan borracho como hoy, y no me acuerdo… Es mas, mañana no creo que me acuerde siquiera de ese tal “Acatú”… ¡Nos vemos mañana en la oficina!

    -“Acabatú”… Ese es el nombre… Bueno, nos vemos mañana… Cuidáte… ¡La próxima pago yo!-le grito Carlos viendo como se perdia entre el resto de los presentes…

    Esteban se dirigió a la puerta del boliche de mala muerte, esquivando borrachos y prostitutas… Saludó con la mano a su amigo antes de cruzar la puerta y salió al frío de la calle: el frío de la zona portuaria: un frío con olor a pescado y a sal…

    ¿”Acabatú”?

    La verdad que esa historia nunca la había escuchado… ¡Ojalá fuera cierta! No uno, ¡los cinco dedos estaba dispuesto a darle a quien fuera para que rebanara el cogote de la “yegua” aquella!… Y si se los pedía a lo mejor le daba los dos “huevos” de propina también … ¡Total!

    ¡Entre que se los “rompiera” ella todos los días y se los cortara él una vez sola, ¿qué diferencia había?

    Pero las leyendas, son leyendas… Y el problema de Esteban era una realidad, una realidad de gastada carne y secos huesos, una realidad que a esta hora le aguardaría agazapada tras la puerta como un gato roñoso, lista a arrojarse sobre él llorando y regañándo…

    Caminó hacia el auto buscando las llaves en su bolsillo. Las calles estaban desiertas y cada paso retumbaba entre los viejos edificios de la zona portuaria… No lo había dejado muy lejos, no… Solo unos veinte o treinta metros, lo suficientemente cerca para oir la alarma si alguno de los negros de la zona se tentaba con su estéreo, lo suficientemente lejos del bar donde tomaba para evitar que algún conocido pasado de copas le pidiera que lo acercara a su casa…

    Y mientras caminaba, jugueteando con las llaves entre sus dedos y silbando, casi ebrio del todo, con las historias de su amigo en mente, lo vió, brillante a la luz de la luna… Su pequeño cortaplumas que usaba como llavero… tenia además una pequeña sierra, una lima, y lo mas importante para Esteban: un destapa corchos, todo ello plegable en una hermosa vaina roja. Era una “joyita” digna de un “boy scout”… Se lo habían regalado en una fiesta, de esas con sorteo e inmediatamente lo anexó a sus llaves… Ahora, jugueteando con él, el filo del accesorio que había abierto le parecía llamativo y tentador…

    -“¡Es una locura!”- pensó, acariciando el navajín con la yema de su índice… Pero por otro lado sintió que poco tenía que perder y se hallaba envalentonado y desinhibido por el alcohol. Ya había llegado a un lado del automóvil y desactivado la alarma…

    Nunca llegó a saber por qué lo hizo , tal vez mas por curiosidad que por fe, pero lo hizo… Apretó fuerte el dedo contra el metal y lo recorrió en toda su breve pero filosa extensión, largando un quejido de dolor, y arrepintiéndose de su idiotez inmediatamente.

    Pero lo mas difícil estaba hecho… ¿por qué no seguir? Sintiéndose como un estúpido, y asegurándose de no ser visto, susurró apenas en la oscuridad, dejando caer un par de gotas de sangre al suelo de adoquines de la Ciudad Vieja, ¿cómo eran las palabras?…Sí ya las recordaba… Las pronunció:

    -“Acabatú tengo un dedo, para cambiar por un muerto…”

    Fue un instante de tensión… Estaba indeciso entre desear que todo fuera cierto y salir veloz en el coche de allí en aquel mismo instante…

    Pero nada sucedía: ni un negro , ni un blanco, ni nada…

    ¡Puta! Era una broma de Carlos, estaba seguro… ¡Por supuesto que era una broma! ¿Qué más sino? O un invento. Sabía que se sugestionaría… ¡Mierda! Lo agarró “pasado de tragos” y le lavó la cabeza con sus cuentos de negros sin ojos, y “macumba”.

    ¡Hasta le había hecho cortar un dedo! Seguro que mañana en la oficina, al verlo con una pequeña venda en la mano, lo iba a embromar todo el día…

    ¡”Acabatú…”! Esteban casi larga la carcajada, ¿cómo pudo ser tan estúpido para creer en cuentos de vieja, aún estando como estaba, ebrio?… Pero una voz, gruesa y gutural como la de un borracho interrumpió sus reflexiones haciéndole empalidecer…

    -Si, sí… ya… ¡Era hora! ¡Espero que contigo ande bien “la cosa”!

    Tuvo que frotarse los ojos varias veces para asegurarse de que lo que veía era real. Allí sentado sobre el “capot” del auto, estaba un hombre de color, vestido con harapos sucios y chorreando agua, como surgido de la nada. Tenía ambos brazos cruzados sobre el pecho y Esteban podía ver la mano que sobresalía por delante… una horrible mano con cinco muñones sangrantes, la totalidad de los dedos rebanados y los huesos y articulaciones blanquecinos a la vista, aun en la penumbra… El moreno se incorporó… Debía medir un metro setenta y cinco y pese a parecer un hombre joven de aspecto, tenía el rostro horriblemente desfigurado… Al acercársele, Esteban pudo ver con mayor detalle, para su horror y sorpresa, que las cuencas de sus ojos: ¡estaban vacías!

    -¡Ah sí, esto!-le dijo la aparición introduciéndose los dedos de la única mano sana dentro del lugar donde deberían estar las pupilas y quitándose un gusano contorneado desde allí…

    -Tú sabes…¡Los peces! Es lo primero que te comen, lo mas blando… Pero no hablemos de estética y vayamos al negocio: dame mi primer dedo… ¡o lo lamentarás!

    Sin reaccionar aún del todo, Esteban dio un paso atrás y replicó:

    -¡Un momento!… ¿Quién sos…? ¿Y cómo… cómo…?

    El moreno sacudió la cabeza a un lado y otro antes de responder:

    -¿Por qué siempre la curiosidad?… Esto es lo que echa todo a perder.

    Quien soy, ya lo sabés, sino no me hubieras llamado… Pero te cuesta creerlo: han puesto un hombre en la luna, inventado la computadora y acá los uruguayos hasta le han ganado la final de un mundial a Brasil en el 50… Pero nada que no este en los libros, o que aparezca en el “Discovery Chanel” se puede creer… Por eso es que cada día es mas difícil esta labor: han perdido la fé. Hay un mundo que tu no conocés, Esteban… No es el cielo ni el infierno… Llámalo un mundo paralelo, “realidad virtual” si te place. A mi me llegó la hora de entrar en él, pero antes debía vengarme, matar como tu mismo quieres…

    Y ellos, los “oscurecidos” me dejaron y acá quede… ¿Mas explicaciones o vamos al grano? Te aclaro que no tengo mucha paciencia y quiero lo que tenés para darme… O tomo tu vida directamente…

    Y diciéndo esto sacó una navaja con la mano izquierda desde su corrompida indumentaria, al lado de la cual, el “navajín” plegable de Esteban parecía un “escarbadientes”…

    -No, no… esperá… Sí… ¡Es que es tan increíble…!- murmuró sin salir de su asombro ni de su borrachera, menos aun de su miedo… estaba a punto de orinarse encima.

    -Si,vamos… ¡El dedo y el nombre! ¡Ahora!

    Recién ahí fue que Esteban razonó las implicancias de lo que acababa de hacer: ¡estar dispuesto a dar un dedo y tener que cortárselo verdaderamente uno mismo son dos cosas bien diferentes…! Titubeó, temblando de pánico todo su cuerpo…

    -¡El dedo y el nombre te dije..! ¿O estás sordo?- le gritó el moreno acercando la fina hoja de acero a su rostro.

    Esteban casi larga el llanto: aquel filo no le dejaba lugar a dudas. El lo había llamado, a eso, fuera lo que fuera…Ahora tenía que pagar.

    Contempló su mano izquierda…

    -¡La derecha! ¡Tiene que ser de la derecha! El meñique, el primero es el meñique…

    Quizó oponerse, gritar, salir corriendo, pero estaba inmovilizado como una ratón ante los ojos de una serpiente.

    Cambió el llavero de mano, con el “navajín” desplegado… Lo acercó a su dedo y lo colocó en la base… ¡El meñique! Librarse de la perra le iba a costar el dedo meñique… ¡Bueno! ¡Al menos todo era verdad, al fin se llevaría su merecido! Comenzó a cortar, pero no era fácil… Se abrió la piel y penetró su propia carne, conteniendo las lágrimas, pero el pequeño filo chocó con su hueso…

    -Hacia abajo… Corta por la articulación… ¡Como la pierna de un pollo! -le ordenó el negro- Lamento no poder ayudarte mas, pero debés demostrar con dolor la fuerza de tu odio… Asi es la ley: tenés que hacerlo vos mismo…

    Esteban nunca había conocido ardor semejante. Ni siquiera imaginó que sería capáz de hacerlo… El filo comenzó a seccionar trabajosamente la articulación y esta a ceder dolorosamente, dejando su dedo sin movimiento y sin vida. Dio el último corte de un tirón.

    Si él espectro moreno no hubiera extendido su mano en el aire, agilmente, atrapándolo, el meñique de Esteban habría caído al pavimento…

    ¡Estaba hecho! El maldito ya tenía su dedo… Esteban buscó desesperado en su bolsillo un pañuelo y se cubrió el muñon sangrante con este, apretándose la herida que no paraba de sangrar… Y entre quejidos se lo dijo, mientras veia a aquel monstruo, deslumbrado con su dedo en la mano, contemplándolo como un niño a un juguete…

    -Angela De Souza… Angela de Souza… Es mi mujer… pero… no deben quedar pruebas…

    El moreno sonrió colocándose el dedo recién adquirido en el lugar correspondiente de su propia mano mutilada, a la que se adhirió mágicamente, como si un cirujano invisible lo hubiese suturado.

    -¡Ya sé quien es…! Y no me digas como hacer mi trabajo… Para eso me pagan… Esta misma noche… no vuelvas a tu casa… regresá por la mañana.

    Y diciendo esto se esfumó, sin siquiera permitirle decir palabra alguna al dolorido Esteban que aun se hallaba arqueado, tomándose la mano herida y maldiciendo.

    Esteban se hallaba dividido en cuanto a que decisión tomar…

    Para colmo de males ,aquel intenso dolor en su mano le impedía, no solo manejar correctamente sino también pensar con claridad… Uno de sus primeros impulsos había sido ir directamente al hospital , al ver horrorizado que aquella herida en su meñique extirpado no le dejaba de sangrar. Pero aun bajo los efectos del miedo por el sobrenatural encuentro y del alcohol, razonó lo suficiente para darse cuenta de que concurrir a un centro asistencial con una herida autoinfligida, y en estado de ebriedad podía acarrearle problemas…

    ¿Qué explicación podría darles? ¿Qué un malandrín de la ciudad vieja le corto el meñique para comérselo tipo “hotdog”…? No, ni hablar del hospital… Debía ir pronto a su casa… Pero las palabras del tal “Acabatú” resonaban en su cabeza: “hoy no regresés, hacelo mañana…” Pero… ¿habría sido realidad lo que había vivido? ¿O comenzaba a sufrir de “Delirium Tremens” y todo había sido producto de su imaginación enfermiza, y se había mutilado sin razón sugestionado por las historias de bar de su amigo Carlos? No tenía el valor de comprobarlo: dio vueltas por el Centro de la Ciudad en busca de una pensión u hotel…

    No seria la primera vez que pernoctaba fuera de su casa…Al día siguiente iría después de la oficina, y si “Acabatú” era producto de su cerebro freído por años de alcohol o si el fantasma negro le había mentido y la perra seguía allí, le diría que había sufrido un accidente… ¡eso era! Ella era fácil de engañar. Le diría que había pasado toda la noche hospitalizado, que se había agarrado el dedo con la correa del coche revisando un desperfecto… A lo mejor tenia suerte y su mujer había dejado de existir a manos del “arranca dedos”… ¡Así al menos no sería en vano aquel ridículo sacrificio!

    Como de costumbre, Esteban amaneció con una impresionante resaca. Al abrir los ojos se sintió desconcertado en aquella habitación extraña: y entonces recordó todo… ¡El dolor de su dedo le ayudó a recordar la noche anterior!

    Se desató el torpe nudo que se había hecho a manera de venda con el pañuelo y contemplo el muñon, la ausencia de su meñique.

    Había cesado de sangrar, pero aun ardía como los mil demonios.

    Al haber cortado la articulación, esta se había ido, arrancada y unida al dedo en el último tirón, dejándole a Esteban una especie de pequeña boca, obscena en lugar de aquel…

    Se hallaba en la habitación de un sucio hotel de cuarta categoría… y ¡mierda!. ¡Ya eran las 9:00! ¡Debía ir volando a la oficina!… ¿O debería pasar antes por su casa para verificar si aquella pesadilla que le llevo a la automutilación fue cierta, y la idiota de su esposa yacía inerte sobre la alfombra?

    Se decidió por el camino, luego de pagar la habitación y mientras introducía dos aspirinas en su boca, dirigiéndose al automóvil… Iría a trabajar: ya era demasiado tarde, y además no importaba la hora en que llegara a su hogar fuera lo que fuera que hubiera pasado…

    La luz del sol le molestaba: realmente se sentía muy mal… Miró la cuadra a lo largo… Allí estaba el viejo Lada… Por lo menos no se lo habían robado: la zona no era de fiar… No le tomo mucho tiempo subirse en el, y llegar hasta la empresa.

    Los vio desde casi dos cuadras antes… A los patrulleros. Eran dos. De los nuevos… Y a varios de sus compañeros amontonados en la puerta.

    Ellos también le vieron y le señalaron, alertando a algunos de los policías que se hallaban junto a ellos… Inmediatamente los uniformados le hicieron señas de parar.

    ¡Por supuesto que iba a parar! ¿Acaso no era ese su trabajo? Prendió las balizas y estacionó. Lo aguardaban dos agentes y su amigo Carlos, que le preguntó:

    -¡Esteban!… ¿Dónde “mierda” te habías metido? ¡Ocurrió una tragedia flaco!

    Uno de los agentes que parecía ser el oficial a cargo, interrumpió a Carlos:

    -Permítanos señor… Es nuestro deber informarle nosotros…

    ¿Usted es el señor Esteban Píriz?

    Esteban contestó, sin salir aún de la sorpresa:

    -Pues sí, claro… eso creo… ¿Qué… qué…?

    -Cálmese señor por favor… Estabamos tratando de ubicarle, en un principio pensamos que usted también… Pero los de la “técnica” encontraron rastros de un solo cuerpo…

    Esteban comenzó a sudar en frío.

    -¿Qué…qué fue lo que paso?

    -Su casa señor… ¡Por favor tómelo con calma!… Su casa fue devorada anoche por el fuego… Su esposa está… está… Bueno usted comprenderá: ardió por completo y los bomberos tardaron en llegar, uno de los camiones se accidentó por el camino… Bueno, su esposa falleció consumida por el fuego sin posibilidades de escapar…

    Esteban se llevó la mano a la frente… ¡Carajo! Era una pesadilla… ¡Una maldita pesadilla! ¡El demonio había cumplido… y como!

    -… nos tendrá que decir donde pasó la noche… Bueno en realidad fue una suerte que no estuviera allí… Al parecer fue una fuga de gas, por lo que su esposa estaba completamente adormecida por el butano… Luego de unas horas una chispa: el timbre de la puerta de calle, un pequeño cortocircuito… ¿quién sabe?… Trabajamos en ello… Usted deberá contestarnos algunas preguntas… Lo lamento mucho señor Píriz…

    Esteban sintió miedo como nunca antes… ¡Acabatú existía, mierda que sí! Pero el muy hijo de puta no solo había matado a su mujer, sino que de premio extra le había incendiado la casa por completo… Y no disponía de seguro… ¡Hoy debería nuevamente volver a aquel hotel piojoso donde había pernoctado!

    El lo deseaba, sí… Pero no de esa forma, no… No su casa, ¡puta madre!

    El oficial apuntaba sin cesar en la libreta.

    -Lamento perturbarlo ahora señor Píriz, imagino cómo se siente… ¿Pero dónde me dijo que había pasado la noche?

    Esteban miro entre los rostros curiosos de sus compañeros agolpados en la puerta de la fábrica, particularmente el de Carlos, angustiado y con una extraña expresión….¡Después de la conversación que habían mantenido la noche anterior seguramente sospechaba que él mismo había incendiado la casa!

    -Bueno… Bebí con el señor Ruiz hasta adentrada la noche… Luego me dirigí en mi auto al hotel Primicias y pasé la noche allí… ¡Acá tiene el recibo oficial! Estaba borracho y no quería llegar a mi casa en ese estado… Mi mujer… ¡Pobre!

    Y Esteban rompió a llorar. Comprendió la diferencia entre la fantasía y la realidad. Entendió que había sido un monstruo toda su vida, tan horrible como aquel de piel oscura que había invocado, sometiendo a una solitaria mujer a su esclavitud, obligándola a soportar sus borracheras, sus golpes y finalmente sometiéndola a una muerte horrible…

    El oficial contempló al desconsolado viudo. La historia tenía sentido… Pobre tipo y su conciencia… ¡Andaba de farra mientras su mujer ardía a las brasas! También miró aquella mano envuelta en un pañuelo: al parecer una horrible herida…

    -¿Qué le sucedió en la mano señor? Parece reciente… -preguntó.

    Esteban reaccionó… Levantó su vista, enjugando las lágrimas.

    Carlos lo miraba horrorizado al percatarse de que había descubierto su herida…

    -La correa del auto oficial… ¡Quise cambiarla y el motor estaba encendido! Estaba tan ebrio… ¡Cortó mi dedo de raíz…!

    ¿Y ahora esto?

    El oficial le tomó la mano y observó con asco el pañuelo teñido de rojo:

    -Pero hombre… ¡Cómo no se hizo tratar esto! ¿No recuerda donde fue?

    Recuperando el dedo antes de pasadas las veiunticuatro horas aun puede ser vuelto a unir con microcirugía…

    Esteban esbozo una amarga sonrisa, entre las lágrimas:

    -No lo recuerdo bien oficial… Ya le dije. Estaba muy borracho… Pero además… -y los ojos de Carlos su amigo le seguían mirando con espanto

    -¡No creo que se pueda recuperar jamás!

    Esteban había pasado casi toda la tarde declarando ante el oficial.

    Luego le llevaron a reconocer el lugar y… el cuerpo, o lo que quedaba de él. Allí estaba, su ser mas odiado… negro como solo el carbón puede serlo, con ambos brazos arqueados en un increíble gesto de dolor, y con sus dientes a la vista (consumidos sus labios por las llamas), apretados, que parecían sonreírle irónicamente o rabiar en su impotencia ante la vista de su verdadero asesino…

    Vomitó casi por media hora… amargo vómito de alcohol y bilis, ya que nada había comido desde los maníes de la noche anterior.

    No pudo resistir la dantesca visión mas de un instante, y ni bien lo autorizaron a ello, corrió de aquella morgue a la seguridad de su auto, en el cual se dirigió con determinación a la “Ciudad Vieja”… Necesitaba un trago, y lo necesitaba ya…

    En la oficina, con razón, su jefe le había otorgado tres días libres… Pero Esteban solicitó además la licencia adelantada, los 20 días que le correspondían anualmente completos.

    Necesitaba recomponer su vida, buscar un nuevo lugar donde vivir, una nueva casa… tal vez una nueva mujer… ¡Pero antes, aquel negro del demonio, el arranca dedos lo escucharía, si señor!

    Ni bien vaciados cinco whiskys seguidos en el estomago aun ardiente por la visión de su casa y su ex mujer en ruinas, se dirigió al atardecer hacia la “Rambla Portuaria”, aquella zona con olor a pescado y a mar, aquella zona donde por un loco e injusto sentimiento de odio había invocado al mal en persona…

    -¡”Acabatú”!… ¡”Acabatúuuu”!… ¡Maldito seas negro, maldito seas…!

    Nunca pensó que aparecería… Supuestamente él solo concurría con el olor a sangre, como los tiburones… Pero una vez mas lo defraudó.

    Esteban escucho aquella risa infernal a sus espaldas y esa voz gruesa y diabólica:

    -¡Acá estoy, estimado cliente! ¡A tus órdenes!… ¿Satisfecho con el “trabajito”…? ¡Realmente comprendo por qué la odiabas, era una verdadera quejosa!… Imaginate: ¡se resistió casí por media hora a que le introdujera el cenicero de metal al rojo vivo entre las piernas!

    Vaya mujer… ¿Necesitas otro “finado”? Mandá nomás…

    Esteban volteó la vista. Allí estaba, sentado sobre uno de los yunques de amarre, con los barcos abandonados de fondo y el sol ya agonizante…

    -Pero….¡Yo no te invoqué!

    -¡Claro que lo hiciste!… La sangre solo es requisito para el primer dedo, es decir el primer asesinato, asi lo establece claramente el contrato firmado con los oscurecidos, los intermediarios del otro lado… Debías haberlo sabido Esteban… “Tonto es quién inicia lo que no conoce”

    -¡Claro!…¡Otra sorpresa más, no! ¿De qué contrato me hablás, monstruo?

    El negro sonrió sacudiendo la cabeza y limpiando la sangre de su mano derecha contra el yunque…En la misma, ahora lucía un blanco y reluciente dedo, solitario… el que había pertenecido a Esteban hasta el día anterior… el meñique.

    -El contrato… ¡Los malditos italianos me arrojaron al mar, estaba por morir…! Pero yo los conocía: Los Noctú yallá, los espíritus que mil veces había invocado practicando la kinvanda en el conventillo… Aparecieron a mi alrededor unos segundos antes de morir ahogado, y me extendieron el contrato… Mi cuerpo volvería para vengarse… pero debería suministrarles almas… Después de mi venganza, bastaría con el odio, un poco de sangre y una solicitud de matar para traerme de nuevo a este mundo… A propósito… Ve cortando el próximo dedo: es el turno del anular -dijo mirando su mano de un solo dedo como quien se mira un reloj, volteándola hacia un lado y otro- El anillo de bodas podés quedártelo… Solo que no sé si en la mano izquierda te quedará bien… ¡Jajajaja!… ¿A quién querés que maté esta vez…?

    Esteban empalideció… ¿Matar? ¡No deseaba matar a nadie más! ¡De hecho, hubiera deseado volver atrás en el tiempo para nunca haber hecho semejante locura que le dejo sin casa y condenó a su esposa alguna vez amada a una muerte lenta y dolorosa!

    -¡Por supuesto que a nadie, demonio ¡Solo quería preguntarte porque destruiste mi casa, porque la asesinaste de esa forma… tan… tan…

    -¿Horrible? ¡Bah!, el fuego no es tan horrible… Uno se acostumbra con el tiempo. ¡Tu mismo lo comprobarás cuando llegues al “remuel”, la tierra de los “oscurecidos”! El trabajo fue efectivo: sin huellas, sin pruebas, y fulminante… Yo cumplí… y además no poseo garantía de satisfacción como para devolver dedos si la muerte no te satisface… ¿Quién te pensás que soy? ¿Una empresa de “televentas”?

    Sobre lo otro, me llamaste… y yo no subo a conversar simplemente, como si no tuviera nada que hacer… Si me llamas debe haber un homicidio: es el contrato. Si no tienes a nadie, bueno, mucho mas fácil… Tomaré tu propia vida entonces…

    Esteban retrocedió al verle avanzar sobre el nuevamente con la horrible navaja en su mano izquierda…

    -¡Esperá!… Esperá… ¡No me mates!

    -Bueno, amigo… De acuerdo… ¿A quién mato entonces? Ya sabés, necesito tu “anular”… ¡Siempre quise volver a usar mi anillo!

    Esteban comprendió que había caído en una trampa fatal, que había, como la noche anterior, cometido un error terrible…

    “Acabatú” no parecía tener mucha paciencia, o al menos no una tan larga como las reflexiones de su invocador: puso la navaja en el cuello de Esteban y le murmuró al oido:

    -¡Decidite o despedite, amigo!

    Era un monstruo… Lo sabia. Era un cobarde también… No quería morir.

    ¿Pero a quién elegir como víctima en lugar de él? ¡Mierda!…

    ¡Debía responder rápido o el negro lo degollaría!

    -René Segundez… -murmuró con el cuello apretado por la mano y el filo de “Acabatú”-¡René Segúndez , maldito negro!

    Acabatú aflojó la presión soltándole y enderezándose ante él…

    -Hmmm… Tu jefe… ¡Buena elección! ¿No tengo razón cuando digo que en el fondo todos son homicidas? ¡Cuántas veces has deseado matarlo! ¡Y como su nombre te surgió pronto a la boca ante la presión…!

    Je, je, je… Bueno , tomá mi navaja… Seré misericordioso contigo y no te someteré a tu limpiauñas de “Boy Scout”… ¡No terminarías de cortarte ni para el año dos mil…! Y casi sin darse cuenta, Esteban se halló con aquella monstruosa navaja, fría como el infierno en su mano izquierda. Contempló su otra mano, mutilada… Comenzó a llorar…

    -No tengo mucho tiempo , Esteban…

    Decidió que tenía que hacerlo rápido, seco… Apoyó la articulación en la hoja… Uno, dos… ¡Tres! El dedo voló, seccionado limpiamente… ¡Aquella navaja cortaba como los mil demonios!

    Nuevamente fue atrapado por el moreno de cuencas vacías y cuerpo corrupto como si de una jugada de “baseball” se tratase, nuevamente colocó el dedo recién adquirido en el lugar correspondiente, junto al meñique…

    -Será esta noche, Esteban… Será esta noche… ¡Hasta pronto! Y diciendo esto desapareció como una sombra, una de tantas sombras en la Ciudad Vieja, dejando a Esteban nuevamente doblado por el dolor, de rodillas, contemplando su nueva herida, sangrante…

    (continará)

    Publicación November 13, 2020
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