El hombre Dios
Autor: Bernardino Anguiano García (NINO).
Tonta humanidad perdida en las penumbras, submundos sombríos por la ignorancia… ¿porqué buscar fuerzas místicas entre los inmortales? ¿Porqué no aprovechar su mísera existencia a vivir plenamente? ¿Porqué esperar una oportunidad posterior en el laberinto fantasmal? Si este no existe.
El clamor de la mayoría de los mundos en este universo es: ¡Dios! ¡Ja! Un inmortal que solo esta en la no-existencia… Mundos podridos que buscan colocar sus temores en un trono de atrocidad. Y los seres de este ponzoñoso planeta son los peores que he visto, están poseídos por ese oscuro y estúpido deseo de la creación universal. ¿A qué espíritu malvado se le ocurriría inducir la creación de un libro de letras malditas y llamarle Biblia?. ¿Dónde esta ese ser infernal para hacerlo añicos?… ¡Si acaso existe un Inmortal poderoso llamado Dios, ese soy yo! ¡Ningún otro!.
Entraré en sus mentes para darles a conocer las letras arcaicas que los conducirán a mí, el esclarecimiento de las cábalas confusas, la comprensión de los versículos irracionales, la verdadera Biblia… Para que sea difundida entre sus congéneres.
Mis pequeños e insignificantes mortales; la cuarta, quinta, sexta… e infinitesimal de las dimensiones no existe, las legiones divinas y cualquier tipo de ser mítico son inmundas fábulas creadas por ustedes mismos para mitigar su despreciable temor a lo que desconocen. No quemen sus pequeños sesos buscando la explicación de cómo se formó el universo… El universo siempre ha estado ahí, es cambiante, pero siempre ha existido.
Tienen una vida efímera, así que aprovéchenla… Después de la muerte no hay nada, se convierten en materia sin inteligencia. Lo que ustedes llaman alma no es mas que la perfección del espíritu de su mente, pero para que la puedan tener, tienen que trabajarla arduamente, nada se da en forma gratuita. ¡Quiero que lleguen a mí! ¡Ya no quiero estar solo en el universo!
Pero, ¿quién soy yo? ¿Cómo pueden llamarme?… Soy uno de ustedes, estaba hecho de carne y hueso en tiempos arcaicos, están hechos a mi semejanza. Y pueden llamarme: ¡Dios! Jejeje. ¿Cómo fui creado?… Igual que ustedes, tuve a mi madre y a mi padre, que en un acto de lujuria contribuyeron para que la naturaleza formare al más poderoso ser que ha existido y que existirá.
En un principio era débil y tímido, y al igual que ustedes buscaba un creador, un Dios. Las religiones de aquel remoto tiempo me instaban a buscarlo encadenándome en sus estúpidos reglamentos: Sé bueno y lleva una vida ejemplar, soporta el sufrimiento, debes ser una persona que viva en la escasez de bienes, y al final, cuando mueras obtendrás tu recompensa: ¡Estar con Dios!. Pero yo no les hice caso y empecé a ejercitar mi mente… Primero concentración, visualizar una pantalla en blanco dentro de mi mente, después cambiar los colores de esa pantalla, posteriormente mover pequeños objetos con poder mental, luego objetos cada vez mayores… Yo no quería ver a Dios cuando muriera, yo quería verlo ahora, estando con vida.
Cuando dominé mi mente al cien porciento ya no tuve ningún tipo de limitaciones; En el ámbito celular purifique mi cuerpo para que ninguna enfermedad pudiera dañarme, que se revitalizaran y no murieran jamás, para estar siempre joven; creé un campo de energía a mi alrededor para que mis cohabitantes no pudieran hacerme absolutamente nada… Y todo con el poder mental. Una vez logrado esto, empecé a mutar mi cuerpo, posteriormente lo hice invisible, en una palabra, me hice: Perfecto.
En mi mundo estalló una guerra estúpida que lo destruyó… Yo soy perfecto y a mi nadie puede dañarme, desapareció mi planeta, pero yo sobreviví como siempre… Pude haberlos detenido… Pero odio la estupidez, ¿Para que salvar a alguien estúpido?, el que se hayan ido a un gran agujero de oscuridad son una de las pocas cosas que me a alegrado enormemente.
Cuando me encontraba solo en la negrura del espacio, exclamé consternado: ¿Dónde estás Dios? ¿Porqué me has dejado solo?… una quietud sepulcral fue mi respuesta… Lo busque por mucho tiempo… Encontré miles de mundos habitados, los observé desde su creación hasta su exterminio. He vagado por el universo por tiempo inmemorial… Y hasta hoy no lo he encontrado… ¿Y saben porqué?… ¡Porque no existe! ¡Maldita sea, es un miserable mito!.
Su mundo, me llamó poderosamente la atención, era igual al mío, el mismo desarrollo, los mismos errores, sus habitantes perdidos en las penumbras, su adoración al culto de la muerte… He sentido su dolor, su angustia… Me he inmiscuido poco en su evolución, lo necesario para que no sucumban como los de mi planeta, pero me estoy impacientando… Si este ultimo experimento no funciona, dejare que se destruyan y succionare sus imperfectas almas, repudiándoles con mis recuerdos que serán eternos.
¿Pero en qué consiste este experimento? Se preguntaran. Una de sus hembras fue fecundada con mis genes perfectos, concibió un hijo… En este momento tiene 15 años terrestres, su evolución va mejor de lo planeado, en unos años de su tiempo, alcanzara el grado de divinidad y se dará a conocer entre sus congéneres. Por lo pronto esta al cuidado de su madre de mis seguidores. Porque aunque parezca algo irreal, hay un gran grupo de humanos que si hace mi voluntad y sigue mis preceptos.
Estoy orgulloso de mi pequeño hijo, ya esta enterado de su esencia divina, he hizo algo que pensé que no podría realizar a su edad… ¡Se comunicó conmigo!… ¿Y saben cuales fueron sus primeras palabras? Papá, ¿sabes como se formaron los primeros humanos de este planeta?. ¡Fue una alegría inmensa escuchar sus primeras palabras! Lo único que lamento es no haberle contestado como él esperaba… Le dije que cuando llegue a este planeta, ya estaban habitando un par de humanos, un macho y una hembra… me imagino que venían de otro mundo, y por castigo alguien los dejó abandonados en este mundo infernal.
Otra cosa en la cual hice énfasis cuando hable con mi hijo, fue en la
forma en que me llaman mis seguidores… Le comente que les dijera que
me llamaran Dios, pues soy la única deidad que existe… No me gusta
como me invocan, lo odio… Me llaman:
¡Lucifer, Dios de las tinieblas!… ¡Malditos sean!