#El Mito del Nazismo y el Satanismo
—The Watcher—
Es muy fácil, si bien irresponsable, estigmatizar un oponente con la proverbial pluma envenenada, o dibujarlo con un pincel deforme aunque nuestro talento lo capte bien. La voz que nos grita la verdad, cuando se es acallada, no solo resulta algo satisfactorio para la masa, sino que lo consideran lo mas apropiado. Pero no todos son engañados por la masa que siempre anda en busca de chivos expiatorios para sus propios errores y faltas. Observen esta reseña del nacimiento de una religión.
La ceremonia de ‘bendecir las banderas’ solo era una en el número de festividades, festivales y conmemoraciones que fueron adaptadas y adoptadas por los Nazis, a la vez que adaptaban el calendario Cristano al suyo propio, con fines específicamente paganos… “celebramos las festividades del sol, del año, del crecimiento, de la cosecha, donde no hayan sido destruidos por una religión que es ajena al mundo, y hostil a la tierra”. Un rito muy importante era una festividad Indo-alemana del joven dios sol. En las academias donde se entrenaban los cadetes de las SS, éstos solían celebrar la Natividad, no como el nacimiento de Cristo, sino como el dios sol, que surge de sus propias cenizas, en el solsticio de Invierno. No es necesario detallar las características religiosas o paganas de tales rituales. Lo que implicaban era una versión actualizada y transportada al siglo XX, del antiguo culto del Sol Invictus, al cual se había adherido Constantino hace 1600 años. La única diferencia verdadera era que, para el Nacional-Socialismo, hasta el sol era Alemán.
Si Hitler era el Mesías de una nueva religión, su sacerdocio era la élite vestida de negro, las Schütz-Staffel, o SS. Hitler se refería a Himmler, Comandante en Jefe, o Reichsführer, de las SS, como ‘mi Ignacio de Loyola’ – lo que puede tomarse como un paralelo entre las SS y los Jesuítas. En muchos aspectos, las SS habían sido estructuradas bajo el modelo de los Jesuítas, e hicieron uso deliberado de técnicas Jesuíticas en campos como el condicionamiento psicológico y la educación. Pero los Jesuítas mismo derivaron gran parte de su estructura y organización de dos órdenes de caballería religioso-militares mucho más antigua, las de los Caballeros Templarios y los Caballeros Teutónicos. El mismo Himmler concicbió las SS como una Orden precisamente en este sentido, y la vio, especificamente, como una Orden Teutónica restaurada, equivalente moderno de los caballeros de largos mantos blancos blasonados con cruces negras quienes, varios cientos de años antes, habían liderado la expansión hacia el Este de Alemania, penetrando en Rusia. Los miembros SS originales, es decir, enlistados antes de la Segunda Guerra Mundial, eran reclutados, organizados y ritualizados estrictamente, de la misma manera que lo fueron los Caballeros Teutónicos del medioevo. La elaborada y mística ceremonia de inducción estaba diseñada de manera que pudiera recordar la investidura caballeresca. Los candidatos para admisión tenían que mostrar un árbol genealógico que demostrara su ‘pura sangre Aria’, limpia de elementos extraños durante por lo menos doscientos cincuenta años —o, en caso de que se tratase de aspirantes a oficiales, tres siglos. Cada candidato tenía que pasar por un período de noviciado antes de que fuera aceptado en la Orden. De los Francmasones, las SS aprendieron la importancia de la imaginería y las insignias ritualísticas, que tuviera cierto significado especial. En el dorso de toda túnica SS, había una inscripción rúica bordada con hilos plateados. Y el emblema de la organización misma, las S’s en forma de dos rayos de plata, o la ‘Sig’ rúnica, la ‘runa del poder’, utilizada supuestamnete por las anitguas tribus germanas para representar al dios del rayo y de la tormenta —Thor o Donar según ciertos mitos, Odín o Wotan según otros.
Himmler introdujo en la organización todo tipo de ceremonias. Las bodas de miembros de las SS tenían menos en común con el rito Cristiano que con las fiestas nupciales paganas. Según Himmler, los niños que fueran concebidos en un cementerio nacerían imbuidos con el espíritu de los muertos que yaceran ahí. En consecuencia, se alentaba al personal de las SS a concebir a sus hijos sobre lápidas —lápidas de ‘Arios’ nobles, por supuesto. Si se probaba que un cementerio guardaba los restos del tipo nórdico apropiado, era altamente recomendado para tal propósito, y en los periódicos de las SS solían publicarse listas de tales lugares.
Himmler se rodeó de un círculo interno de sumos sacerdotes, un conclave de doce SS-Obergruppenführers (es decir, doce Tenientes-Generales de las SS), que constituían sus ‘Caballeros de la Mesa Redonda’. Este círculo cuasi-místico de trece miembros —un número escogido deliberadamnete para evocar los a los antiguos conventículos ocultistas, a la vez que hace eco de Jesús y sus doce apóstoles— tenía su cuartel general en la pequeña ciudad de Wewelsburg, cerca de Padeborn.
Aunque los trabajos de construcción no estuvieron finalizados antes del fin de la guerra, se pretendía que Wewelsburg fuera la capital oficial de las SS, su centro de culto. Era descrita como el Mittpunkt der Welt, el Ombligo del Mundo.
Como centro de Wewelsburg había un castillo en el cual cada uno de los altos dignatarios tendría una habitación propia, decorada según el estilo de unperíodo histórico definido —periodo que, según la mayoría de referencias, correspondería al de su encarnación anterior. En la Torre Norte, los trece ‘caballeros’ celebrarían encuentros ritualizados. En el centro de la cripta que se hallaba justo debajo de dicha torre, ardería un fuego sagrado, y en las paredes que rodeaban la cripta habrían doce pedestales de piedra, cuyo uso verdadero solo podemos especular. Los numeros 3 y 12 son una constante en el proyecto de reconstrucción del castillo. Aún mas: alrededor del caastillo, y siguiendo el lineamiento de la cripta, se planeaba la expansión de la ciudad en círculos concentricos meticulosamente diseñados.
El mismo Himmler hablaba frecuentemente de geomancia, y gustaba fantasear sobre Wewelsburg como un ‘centro de poder’ oculto, similar (o por lo menos se lo creía) a Stonehenge. El diario oficial de la Ahnenerbe —es decir, el ‘Centro de Investigaciones’ de las SS— solía publicar artículos dedicados a tales temas.
Resulta interesante que ninguno de los aspectos ‘ocultos’ de la Alemania Nazi llegara a la cantidad de evidencias y testimonios que hubo en los documentos de los Procesos de Nuermberg. ¿Por qué? ¿Acaso los jueces Aliados ignoraban estos detalles? ¿Lo rechazaron por irrelevante o incidental? De hecho, ninguno de los dos. Los jueces estaban bien enterados de todo eso. Y lejos de subestimarlos, temían tal potencial —temían las implicaciones espirituales y psicológicas que tendría en Occidente si se hacía de conocimiento público el hecho de que un estado del siglo XX se hubiesa establecido y hubiera obtenido su poder basándose en tales principios. Según las últimas declaraciones que dio Airey Neave, uno de los fiscales en los Juicios de Nuremberg, los aspectos ocultos y ritualistas del Tercer Reich fueron omitidos deliberadamente como una evidencia inadmisible. La razón para tal medida era que una defensa lo suficientemente hábil, apelando a la racionalidad de Occidente, podía pedir que se disminuyera la responsabilidad, alegando demencia, a los criminales de guerra que defendían.
Hemos tratado los aspectos religiosos e la Alemania de Hitler de una forma tan extensa, porque son precismanete dichos aspectos los que son mas relevantes para la búsquda de sentido que abunda hoy en día. La Cultura Occidental de Posguerra se ha acostumbrado a concebir el Nacional-Socialismo solo como un partido político extremo, y al Tercer Reich como un estado gobernado por u pequeño cónclave de dementes. Puede que hayan estado locos, pero ese no es el punto. El punto es que fueron capaces de transmitir su locura y transmutarla en la forma de una energía Mesiánica. El Nazismo, como ya dijimos, no era solo una filosofia política o ideología que ‘embaucara’ al pueblo alemán. Era una religión, que ejercitaba su poderío debido precisamente porque desempeñaba la función religiosa tradicional de dar sentido y coherencia a un mundo en el cual faltaban —aparentemente— tales elementos esenciales.
Es en este aspecto en donde el Tercer Reich nos da lo que tal vez sea su mas importante enseñanza, y su advertencia mas estremecedora. En nuestros dias, muchas personas, desilusionadas con tnto materialismo, defienden un estado que se base en principios espirituales. Este parece ser aprentemente uno de los objetivos del Priorato de Sion. En teoría, es un objetivo lo suficientemente válido, y no el tipo de objetivo al cual muchos individuos responsables estarían dispuestos a dar la espalda. Pero el Tercer Reich nos es la prueba fehaciente que un estado basado en principios espirituales no es necesariamente una cosa muy laudable deseable que digamos. Si los principios ‘espirituales’ son distorsionados, su potencial de destrucción es, como mínimo, mayor que el del materialismo. El ‘Espíritu’, si se le desencadena, es mucho mas peligroso que la sola materia. Una ‘Guerra Santa’ puede ser la Guerra más profana de todas, la menos santa, no importa si es llevada a cabo por los Fundamentalistas Islámicos del Medio Oriente o los fundamentalistas Cristianos de Occidente.
Tal vez ahora puedan entender cómo es que un Nazi puede ser denominado Satanista … y se diga que un Satanista es un Nazi. Esa es la diferencia entre una religión y una no-religión. Hay dos tipos de Satanistas… los que son de verdad, y los que son inventados. Nos conformasmos con confiar en la opinión del hombre educado. La opinión del ignorante no cuenta para nada, si se tiene en cuenta que los Satanistas de verdad dormían con sus Inquisidores, y los inventados eran crucificados y quemados en la hoguera.