Exterminador
Sin duda este es uno de los trabajos más entretenidos del mundo, me dedico a exterminar cualquier alimaña que se me solicite por el cliente en turno.
Esa mañana me encontraba en la cabaña que habito en medio del monte, me gusta la tranquilidad, después de dos divorcios aprendes que no necesitas a esos seres indeseables en tu vida, más cuando las llamadas que te hacen más bien parecen de extorsión que llamadas familiares.
Recién había despertado, la luz entraba por las ventanas, iluminando la improvisada cama de troncos que uso, la cabeza me daba vueltas y tenía la boca más que seca, esto producto de la resaca y no es que me dé resaca por beber, sino más bien de tanto fumar, la noche anterior no me había terminado ni dos botellas de Jack Daniel’s pero si caja y media de cigarrillos mientras leía.
Cómo pude me incorporé para tomar asiento en la cama, ni siquiera me había puesto las botas cuando mi mano buscaba ya la botella a medias de la noche anterior, tomé un gran sorbo de whiskey el cual paso como fuego por mi garganta, sentí el calor del mismo, saboreaba la esencia amaderada, apure otro gran sorbo y ahora sí, comencé a ponerme las botas, tome mi encendedor y fui hacia la estufa de leña que se encuentra en un rincón de esa cabaña, si bien amo beber también amo el café y eso es lo que iba a prepararme.
Estaba en mi tarea de encender el fuego y beber otro trago más cuando sonó el timbre de mi teléfono, atendí en cuanto lo tuve en mi mano.
-Diga…
Nada, solo una respiración, una respiración entrecortada, casi jadeante.
-Diga, habla con el exterminador, si necesita algún servicio solo deme la dirección y estaré ahí lo antes posible…
Solo aquella respiración, solo eso era lo que escuchaba, era común, a veces las amas de casa veían ratas enormes, las que no enmudecían de miedo gritaban histéricas, después de unos segundos colgué no sin antes dar la indicación de volver a llamar cuando pudiera hablar.
Me dispuse a encender el fuego nuevamente, los tragos de whiskey ya hacían efecto, comenzaba a sentirme con ánimos, encendí por fin la llama y puse agua a calentar mientras se calentaba devolví la llamada, el teléfono daba tonos hasta que escuche que levantaban el auricular, nuevamente se escuchó la respiración, pero está vez escuché un gruñido seguido de la respiración, solo eso, colgué, terminé de vestirme y bebí el café, preparé mi escopeta, cuchillo de caza y subí a mi vieja camioneta.
Antes de cualquier cosa iría a la licorería a buscar mis dos botellas de Jack Daniel’s como era costumbre, una para el transcurso del día y otra para la lectura nocturna.
Maneje por la solitaria carretera, la mañana a pesar de ser fresca estaba soleada, avanzaba con tranquilidad admirando los parajes desolados, una de las ventajas de vivir en medio de la nada, cuando llegue a la licorería realicé mi compra y volví a la camioneta, avancé hasta la gasolinera y llene el tanque, ahí mismo desayuné en un local, esperaba a la mesera con mi cambio para poder salir y volver a la cabaña cuando sonó el teléfono.
-Diga, habla con el exterminador… -Buenos días- dijo la voz de una mujer- quisiera un servicio, tengo algunos animales indeseables en la granja y están matando a mis ovejas. -Deme su dirección, iré a verificar y le informaré costos una vez que sepa de qué se trata.
La mujer me dió la dirección y algunas señas de cómo llegar al lugar.
La mesera se acercó con sus pasos torpes, era una mujer que caminaba rengueando y todo el tiempo arrastraba un pie, su historia era que un día al salir de trabajar de ese local la habían atropellado y la fractura no sanó correctamente, después de años de ir a desayunar al mismo lugar a veces platicaba conmigo mientras atendía el lugar.
Salí del sitio, en la camioneta bebí un buen sorbo y me dirigí al lugar de la cita, conduje por una hora, cuando estuve cerca reconocí la granja por las señas que me había dado la mujer al teléfono, antes de entrar sonó el teléfono, cuando contesté escuché esa respiración, quise hablar con mi interlocutor pero la respiración fue su única contestación, estaba claro que algo iba a suceder ahí, al bajar de la camioneta tome mi cuchillo y la escopeta que ya tenía cartuchos y estaba lista para cualquier tarea.
Caminé el resto de la distancia para verificar la zona, había una oveja muerta junto al camino, la poca carne que quedaba pegada a sus huesos se veía fresca, sin duda había algún depredador que se había alimentado de ese animal.
Seguí caminando hacia la puerta de la casa, un olor muy peculiar inundaba el ambiente, animales muertos, supuse que serían más ovejas por lo que escuché de la mujer al teléfono, una vez que estuve frente a la puerta toqué el timbre, después de unos momentos salió una mujer un tanto desaliñada que me miraba callada y sería.
-¿A quien busca? -Buenos días, soy el exterminador, llamaron para pedir que limpie está granja de animales indeseables. -Pues si hay algunos. -Déjeme revisar la zona y cuando tenga un estimado del trabajo le diré cuál será la cuota por el trabajo. -Adelante.
Después de ese corto diálogo inicié mi búsqueda alrededor de la casa, en los corrales, por toda la propiedad.
Acá debo poner que me encontré con muchas huellas de lobos y que las rastree, cuando encuentro a uno es una hembra y con todo el susto del mundo la escuché hablar.
Ellos son los clientes que quieren exterminar a la familia.
Esperen la parte de la masacre de esta familia muy pronto. (Sicker)