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    Hermanas

    Hermanas

    (Basado en una Historia Real)

    La hermosa Amelía recién había cumplido dieciocho años y su hermana la invitaba muy seguido a viajar a México, donde ella estaba estudiando hacia tres años, la jovencita que apenas sabia de la vida estaba temerosa de salir de su pequeño pueblo, sus padres por otro lado se esforzaban para que ella también estudiara una carrera como su hermana y en ocasiones la incitaban a irse con su hermana, de cualquier forma los padres de ambas preferían que estuvieran juntas y que la mayor cuidara de la pequeña para poder trabajar ambos mas tranquilos y poder pagar los estudios de sus hijas.

    Después de tanto insistir la pequeña Amelía decidió que seria buena idea ir a estudiar a la capital y vivir con su hermana, una mañana simplemente comenzó a empacar sus cosas y decidió que era momento de salir a conocer lugares, gente, de aprender, comprendió que la vida es dura en provincia y que no siempre hay oportunidades buenas en un pequeño pueblo lleno de muchachillos que lo mas alto que pueden aspirar es tener un tractor para no mover la tierra a mano y una camioneta que si bien es utilitaria la usaran para sentir que tienen el auto mas lujoso del mundo, la contraparte de estos chico le parecía eran las chiquillas bobas que no sabían el valor del dinero y se deslumbraban a la primer situación monetaria que veían.

    Esa mañana desayuno con mucho gusto la comida que su madre le había preparado y de súbito anuncio que estaba lista para irse, quería ser secretaria y en aquel entonces se veía venir a la vanguardia de las asistentes es saber utilizar una computadora, los finales de los 80’s y principios de los 90’s fuero caóticos en la información y formación de las personas y ella quería aprender eso y mejorar lo que aprendió en secundaria.

    Su padre se sorprendió del cambio tan brusco, pero lo tomo con gran entusiasmo, sus dos pequeñas serian unas profesionales, capaces de todo, su madre se enorgulleció aun mas, tendrían las oportunidades que ella no tuvo, podían ser alguien en la vida y no dependerían de un macho para subsistir, de cualquier forma, el padre de estas chicas no era un macho, en su juventud fue a trabajar a la capital varias veces y sabia que la vida y el pensamiento eran diferentes, así que aunque el no deseaba vivir para siempre en la capital, quería que sus hijas pudieran estudiar y sobresalir, para volver a su pueblo siendo respetables y sobre todo mas refinadas.

    Aquel día el señor Rodríguez se tomo el tiempo necesario para llevar a su hija a la central de camiones, lo acompañaba su esposa, ambos orgullosos del valor de su hija al decidir por fin salir de aquel pueblo.

    En una hoja apuntaron la dirección de su hija mayor, un numero desde el cual ella hablaba al pueblo y el numero al que llamaría al pueblo si algo pasaba en el camino.

    Con cierta tristeza pero con orgullo a la vez la vieron subir al camión, se despidieron alzando la mano en señal de saludo y la puerta del camión cerro tras Amelía, cortando así toda visión entre aquellos tres seres que se amaban.

    Amelía tomo asiento, miraba la ventanilla fijamente, pero su mirada viajaba mas allá, soñaba despierta en lograr ser alguien, en demostrar que también ella era buena y responsable, que sus padres podían confiar en ella.

    No supo cuanto tiempo se quedo ahí pensando, cuando volvió a saber de ella había anochecido y el camión aun avanzaba entre la negrura de la noche, miro a su alrededor, el camión estaba casi vacío, la mayoría de pasajeros dormía, viajar desde Mérida a la Ciudad de México era algo cansado, mas aun en camión.

    Se levanto de su lugar y fue hacia la parte posterior del camión, golpeo la puerta del baño con los nudillos esperando alguna respuesta y no hubo ninguna, entro y realizo sus necesidades, su vejiga le imploraba por descanso, se subió la falda a la cintura, bajo sus pantaletas y se sentó en el frío inodoro metálico y espero, pocos momentos después de entre la mata de finos vellos púbicos broto un chorro de tibia orina, se escucho el repiqueteo en el metal y poco a poco su alma fue sintiendo el alivio de deshacerse de aquella molestia, tomo un poco de papel y se seco, devolvió su ropa interior a su lugar y procedió a lavar sus manos, salió el baño y volvió a su lugar entre el vaivén del autobús, perdida entre penumbras a media luz, apenas había tomado asiento el autobús se rodeo de luz, llegaban a una gasolinera y el chofer se aparco afuera de un restaurante.

    -¡Tienen veinte minutos para bajar! -Exclamo- no volvemos a parar hasta las seis de la mañana.

    Amelía se apresuro a bajar, estirarse y tomar un poco de aire le sentarían bien.

    Se acerco al chofer quien encendía un cigarrillo.

    -Disculpe ¿que hora es? -pregunto tímida Amelía -Las diez y cuarto -contesto mirándola fijamente el conductor- volvemos a parar hasta las seis, así que cómprate algo de comer muchacha, en la madrugada da mucha hambre.

    Le hizo señas apuntando el restaurante y al lado había una tienda, pero ella tenia comida en su equipaje de mano, agua y comida, unas cuantas frutas también, solo quería estirarse.

    La noche comenzó a refrescarse, trato de ver donde se encontraban, pues no era tan tarde y había salido casi a las cuatro de la tarde de Mérida, aunque venia desde un pequeño poblado llamado Eknakán casi a una hora de Mérida, por fin encontró un letrero “La Fortunata” le sonaba a un lugar lejano y no quiso preguntar a nadie, pues desconfiaba.

    Cuando el conductor volvió a llamar a los pasajeros ella subió directo a su asiento, se sentó y continuo mirando la ventanilla, miro como la luz se alejaba, como siendo devorada por la oscuridad, pronto volvió a donde inicio, todo era penumbras y algunos ronquidos se escuchaban al fondo del camión.

    No paso mucho tiempo hasta que volvió a caer en un sueño profundo, su tranquila respiración inundaba su alrededor, cuando de pronto se escucho un estallido y después un rechinido seguidos de un jalón violento, una llanta frontal se había reventado, el conductor hizo lo posible por no golpear las barreras y no volcar el camión al detenerlo.

    Todos los pasajeros estaban asustados, el conductor estaba alarmado y pregunto en voz alta si todos se encontraban bien, algunos molestos otros solo asustados pero todos contestaron que estaban bien.

    Esperaron pacientes mientras el chofer intentaba cambiar la llanta por una de refacción, cuando por fin sucedió reanudaron su marcha, esta ves Amelía no pudo dormir y siguió en vela todo el trayecto simplemente mirando la oscuridad.

    El viaje continuo sin contratiempos al llegar a la central camionera de la cuidad su hermana la estaba esperando, ambas se abrazaron con mucho cariño y se dirigieron a la casa de Carmela.

    -Carmela, hermana, te extrañe mucho, la casa no es lo mismo sin ti me haz hecho falta.
    -También te he extrañado hermana, a mis papas también, pero espero recibirme pronto para poder ir a casa, no quiero gastar solo en pasajes por estar unos cuantos días allá, es difícil ganar dinero para gastarlo así.
    -Te entiendo, ¿vives lejos de aquí? estoy toda molida del viaje.
    -Si, es casi un día de viaje, a veces pierdes la noción del tiempo, mas en la noche.

    Por fin después de media hora de camino llegaron al cuarto de Carmela, rentaba un modesto cuarto en las afueras de Nezahualcoyotl, de ahí se transportaba diario hasta la escuela, cuando llegaron Amelía lo único que quería era bañarse y dormir, eso sucedió.

    Durmió un par de horas, cuando recién caía la noche Carmela despertó a su hermana para comer, ella ya había preparado todo.

    Comieron y platicaron hasta que Amelía dijo de súbito que debía avisar a sus padres que ya estaban en casa de Carmela, a lo cual ella contesto que ya sabían, ella les había avisado mientras su hermana dormía.

    Así pasaron los días, tranquilos, ellas estudiaban, Carmela trabajaba medio tiempo como mésera de una fonda y un día, por fin el semestre termino y las calificaciones eran buenas.

    -¡Hermana! Mira, pase bien el semestre- gritaba con jubilo la pequeña Amelía- llamare a mis papas para decirles que voy bien en la escuela.
    -Felicidades hermana -sonrió Carmela- ¿verdad que se siente bonito saber que no desperdicias tu tiempo?
    -¡Si! -exclamo Amelía con entusiasmo- le voy a echar mas ganas, en verdad quiero aprovechar esta oportunidad.
    -Llámales a mis papas y dales la noticia, hoy te quiero invitar a bailar para celebrar.

    Después de la llamada ambas tomaron un baño y se pusieron lindas ropas, Carmela ayudo a su pequeña hermana a maquillarse para que se viera aun mas linda, ambas chicas eran muy agraciadas físicamente, ambas muy guapas, hermosas en realidad.

    Salieron inocentes en busca de una tarde de diversión, viajaron en metro unas cuantas estaciones hasta llegar al metro Guelatao, ahí bajaron del mismo y caminaron unas cuadras, ya en el lugar Carmela comenzó a saludar a unas cuantas personas, ella había visitado el lugar algunas veces anteriormente y entre los chicos que concurrían seguido ya tenia algunos conocidos.

    La tarde transcurría sin menor contratiempo ambas bailaban con los chicos que se acercaban a pedirles una pieza, Amelía noto que un chico muy bien vestido llegaba, nadie se le acercaba y lo saludaban, parecía como perdido así que golpeo levemente a su hermana con el codo.

    -¿Quien es ese? esta guapo.
    -No lo conozco, nunca lo había visto.
    -Wow, de verdad es guapo, se ve interesante.
    -Pues háblale, igual y te hace caso.
    -¿Crees?
    -Ve y averígualo, solo así lo sabrás -contesto con una sonrisa de complicidad- corre, aquí te espero.

    Amelía se acerco temerosa al tipo, era un tipo alto, de físico atlético, muy bien parecido, su ropa impecable, se veía que era un chico de dinero, estaba ahí parado, mirando el entorno mientras jugaba con las llaves de su auto, ella paso junto a el caminando muy despacio para llamar su atención y vaya que lo logro.

    Apenas paso a su lado el la tomo ligeramente del brazo.

    -¿Vienes sola?
    -No.
    -Que pena, eres muy linda y quería bailar contigo.
    -Vengo con mi hermana, pero no tenemos parejas.
    -Ya veo, ¿me permites bailar contigo?
    -Claro.

    Y así comenzó a platicar y bailar con el, luego fueron a donde estaba Carmela y estuvieron los tres platicando y turnándose para bailar con el chico, después de unas cuantas canciones el pidió una botella y servicios para los tres, -yo invito- dijo sonriendo con la billetera en las manos, pago y comenzó a servir copas, sabia como tenerlas sin preocupaciones, sirvió tragos muy suaves, apenas se sentía el alcohol, ellas confiaron en el, mas cuando una de ellas fue al baño y el bailaba con la hermana, había medias copas en la mesa, cuando terminaron de bailar Amelía llegaba del baño, a pesar de que los vasos tenían aun liquido el pidió una nueva ronda de servicios, -uno nunca sabe lo que pueden ponerte cuando no estas al tanto de tu trago- dijo mirando muy serio al mesero- le dio una propina y volvió a servir.

    Así paso la noche, hasta la madrugada, ellas habían perdido la noción del tiempo, el lugar poco a poco iba quedando vacío y Carmela le dijo a Amelía que era tiempo de irse, Amelía estaba un poco mas mareada que Carmela así que accedió, el tipo de quien no sabían ni su nombre se ofreció a llevarlas a su domicilio, al principio dudaron, pero de alguna forma el las convenció, Amelía se fue en el asiento del copiloto y Carmela iba en el asiento trasero.

    En el camino el auto iba en silencio, de pronto Amelía se quedo dormida y Carmela comenzó a ver que el camino que había tomado aquel tipo no era el mismo que llevaba a su casa, entonces le dijo que tomara el camino correcto, el mintió y dijo que se había perdido, pues no era del rumbo, dijo que irían a la carretera mas cercana para pedir informes de como llegar a donde ella vivía, llegaron a una parte desolada, cerca del Bordo de Xochiaca, en el lugar el detuvo el auto y de la guantera tomo su revolver, era un revolver .38 de bolsillo, con el amago a Carmela, quien hizo ruido y grito, esto alarmo a Amelía quien intento ayudar a su hermana, un fuerte golpe sonó y la cabeza de Amelía comenzó a sangrar mientras esta caía desmayada.

    El tipo saco unas esposas de la guantera, se las dio a Carmela y le exigió que la esposara a la manija de la puerta para que no pudiera escapar si despertaba, ella obedeció a punta de pistola, cuando esposo a su hermana el la tomo del cabello, la bajo del auto y comenzó a arrancar sus ropas.

    Desgarró su blusa y la hizo jirones, arranco sus sostén dejando ver aquel hermoso par de pechos, ni bien había arrancado la blusa de Carmela ella intento cubrirse, pero un duro puño la golpeo en el rostro, entre lamentos suplicaba al tipo que se detuviera, pero este no hacia caso, arranco su falda y su ropa interior, una mata de delicados vellos se mostró ante los ojos de aquel hombre que estaba decidido a todo.

    El tipo bajo sus pantalones y de ellos broto un pene erecto, palpitante, la tomo con una mano por el cabello y acerco su arma que sostenía en la otra -¡Abre el hocico perra! -ordeno imponente a la pobre chica que sollozaba, ella no hizo caso a la primer orden, el la golpeo con la boca del cañón justo en la nariz -¡Que habar el hocico puta!- volvió a rugir el tipo.

    Ella estaba ahí desvalida, indefensa, solo le quedo abrir la boca y terminar pronto aquella pesadilla, quería evitar eso para su hermana, el pene se introdujo entre lágrimas y la sangre de a chica a la boca de esta, -¡mámalo puta, mámalo!- exclamaba el tipo jalandola del cabello, mas tarde que temprano la voluntad de Carmela cedió y comenzó a cooperar para terminar lo antes posible con esa traumática experiencia.

    Después de unos minutos el tipo la hizo levantarse y la llevo al cofre del auto, ahí la recargo contra la lamina fría y penetro su vagina, ella lloraba y genia de dolor, pero a el nada le importo, y siguió, de pronto y sin haber eyaculado en ella ni afuera la tiro al piso, tomo el revolver y de la nada le dio tres disparos en la cabeza, ahí quedo la pobre chica, con sus sueños frustrados, con la vida arrancada por un ser despreciable que solo había querido un rato de placer.

    El cuerpo de Carmela estaba desnudo en el piso, desangrándose, revolcado en la tierra, con el cabello alborotado por los jalones, digno de una portada de la revista alarma.

    Los disparos despertaron a la pequeña Amelía, al principio no sabia que sucedía, pero recordó al tipo forcejeando con su hermana y volteo buscándola, vio las puertas del auto abiertas y al tipo parado afuera del auto y comprendió que su hermana había muerto.

    Sus lágrimas rodaron en silencio por su rostro y comenzó a temblar, sabia que fuera lo que fuera a pasar iba a terminar como su hermana, el tipo se acerco con el arma en la mano, -si te mueves, gritas o intentas escapar te mato ¿entendiste?- dijo amenazante sin inmutarse ni un poco aquel tipo, saco la llave de las esposas y libero una de las manos de Amelía, la tomo del brazo y una vez fuera del auto volvió a esposarla, esta vez con las manos hacia atrás, ahí miro el cuerpo de su hermana, tirado en el piso, sin una sola prenda que la cubriera, con la cabeza casi deshecha por los disparos, no sabia que hacer ni como actuar ante esa situación.

    El tipo la llevo a la parte frontal del auto, los faros estaban encendidos y frente a estos le ordeno hincarse ante el, ella lloraba sus desdicha y entre llanto y dolor obedeció.

    Aquel ser aberrante volvió a sacar su pene, esta vez no estaba erecto, se lo acerco al rostro a la pequeña Amelía y le ordeno -¡Abre la boca maldita puta, ponlo duro con tu boca!- ella no sabia que hacer ni como hacerlo, el se desespero y le dio un puñetazo -Abre el puto hocico pendeja- Asustada y llorando ella abrió la boca lo mas que pudo, el la tomo por el cabello fuertemente y se ayudo del cañón de la pistola para introducir su aun flácido pene en la boca virginal de Amelía, fue la primer vez que vio un pene real, la primer vez que hacia sexo oral.

    Sintió como la carne fue hinchándose dentro de su boca, como de ser blanda se ponía dura, sintió el sabor extraño, era el sabor de los jugos vaginales de su hermana, después de unos minutos su ropa fue desgarrada y arrancada de su ser, el tipo la tiro boca arriba y miro su lindo cuerpo tendido sobre la tierra, su hermosa vulva apenas cubierta por delgados y finos vellos, se puso encima de ella y empujo, no logro nada, volvió a intentar, nada, escupió sobre la vulva de Amelía, ella tuvo un sobre salto al sentir la biscoza y tibia saliva de aquel hombre estrellarse contra su vulva, el volvió a ponerse encima y empujo con fuerza.

    Ella sintió como se desgarro pos dentro, un ardor punzante nacía desde su vagina y subía por su vientre, lloraba inconsolable, su himen había sido destrozado sin piedad, sin amor, sintió que ya no valía nada, simplemente se resigno a esperar a que el tipo terminara y se quitara de ella, ansiaba el mismo destino que su hermana, ya quería recibir a la muerte.

    El jadeaba encima de ella, arremetía contra su apretaba vagina, lo aprisionaba con fuerza, hacia tiempo que no sentía una vagina tan estrecha y si era virgen de la vagina, lo seria del culo, la tomo con fuerza y la volteo, en la luz de los faros del auto pudo ver su pene lleno de sangre y jugos vaginales, la puso sobre sus rodillas y el rostro se lo aplasto contra la tierra, escupió nuevamente contra Amelía, esta vez la saliva cubrió el esfínter de la chiquilla, sin siquiera pensarlo simplemente se acomodo contra ella y empujo, en un solo movimiento y tras un grito desgarrador estaba disfrutando de un trasero virgen.

    El se movía frenéticamente, mientras la chiquilla apenas tenia fuerzas para respirar, estaba destrozada, casi desmayada por el descaste físico al cual fue obligada, de un momento al otro el tipo inicio a quejarse y llego el momento del descanso, se quedo ahí, sobre sus rodillas, con el esfínter dilatado, escurriendo semen, sangre y mierda.

    -Eres buena chiquita, ya puedes casarte… -dijo con insolencia ese ser que acababa de robarle todo aquello de lo que se sentía orgullosa- segundos después ella intento girarse y ponerse de pie, un certero disparo le destrozo el pómulo, mandándola de vuelta al piso, ella no pudo más y se desmayo.

    Cuando despertó el tipo se había marchado, la dejo ahí, esposada, desnuda, volvió a mirar el cuerpo de su hermana y lloro inconsolablemente por un largo rato, hasta que caminando se encontró un carretera, en esa carretera circulaba una patrulla, los patrulleros se detuvieron a auxiliarla, ella les contó todo y fueron por el cadáver de su hermana.

    Después de ese capitulo traumático ella volvió a su natal Yucatan, una semana después la encontraron colgada en su habitación, con una carta donde relataba esta historia…

    Tomado de Resurrección Sicker (Daniel Rivera) 2021.

    Publicación September 12, 2021
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