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    La Brecha

    Autor: Vindicador.

    email: vindicador@hotmail.com

    Me pregunto si será marica. Desde luego tiene toda la pinta, con sus pantalones cortos pasados de moda, su sonrosada cara de pan, esa alopecia incipiente torpemente ocultada, y la gelatinosa barriga asomando entre el espacio dejado por los botones de la camisa. Sí, seguro que es uno de esos pervertidos reprimidos que se la chupan a desconocidos en parques de maricas.

    -Y bien… duda unos instantes Ya tenía ganas de conocerte. Maldita sea, es un marica y me ha traído a su apartamento para chupármela. Pues va dado. A la menor intención de arrimarse, le voy a dar bien. Va a saber este marica lo que es bueno.
    -Sí.
    -Sí. Uno se cruza a diario por las escaleras, y aun así, es un desconocido para sus vecinos.
    Nos quedamos callados.
    -Con tu novia si que he hablado alguna vez dice al fin.
    -Sí respondo.
    Éste cerdo pervertido, seguro que me está tanteando.
    -Sí insisto -, mi novia. Llevamos ya tres años juntos.
    -Vaya, eso es estupendo.
    Seguro, sarasa.
    Mira a través de la ventana como buscando inspiración, y otra vez me vuelve a mirar.
    -¿Te apetece tomar algo?
    -Bien, una cerveza estará bien.
    -Solo tengo Coca Cola light y té frío.
    No hay duda.
    -Bien, una Coca.
    -De acuerdo.

    El marica se levanta. Dios mío, tiene un culo gigantesco. Sale de la habitación.

    Me pongo a inspeccionar a mi alrededor. He de reconocer que me intriga ver como será la casa de un marica. Las paredes están empapeladas en un deleznable estampado verde, y las estanterías que cubren la pared, están repletas de figuritas de porcelana. Sobre la mesa hay un libro abierto. Lo cojo para ver el título. El beso de la mujer araña.

    -¡¿TE ECHO HIELO?! le oigo gritar.
    -Sí, gracias.
    -¡¿QUÉ?!
    -¡QUE SÍ!

    Le oigo trastear con puertas de armario. De repente un ruido sordo y una maldición: ¡Cáspita!
    Cáspita, un insulto de maricón.

    Aparece por la puerta con un vaso de Coca Cola en cada mano. Media hora después llega su culo. Me pasa el vaso y se sienta frente a mí. Tiene una pequeña brecha abierta en la calva. Pienso en hacérselo notar, pero decido que mejor no, que se joda, no vaya a ser que quiera que le de un besito en la frente.

    Me pasa un vaso y voy a darle un trago cuando recuerdo las enfermedades de los maricas. Dejo el vaso en la mesa, junto al libro.

    -Tu novia me dijo que eres boxeador.
    -Así es.

    Me pregunto que cojones hace mi novia hablando con este julandrón, aunque ya se sabe que los maricas y las mujeres, se llevan bastante bien.

    -Y tú, ¿tienes novia? pregunto.
    Se queda pálido y al fin responde.
    -No, no. No exactamente.
    -¿Qué quiere decir que no exactamente? O la tienes, o no la tienes.
    -Bu-bueno tartamudea -, digamos que tengo una amiga.
    -Vaya, vaya, así que una amiga.
    -Sí, algo así.
    Da un trago a su vaso. De la brecha, empieza a caérsele un hilillo de sangre. El muy gilipollas ni se entera. Me mira. Pone cara de que me lo va a pedir en ese mismo instante.

    -La verdad… es que te he invitado a mi casa… para hablar precisamente de eso.

    El hilo de sangre aumenta, y empieza a empaparle la patilla. Quizás debería decírselo, pero me vería obligado a explicarle por qué no se lo había dicho antes. Aunque simplemente podría decir que me acababa de dar cuenta. Le veo ahí, con su cara de pan, dispuesto a decirme que quiere chupármela, con la sangre goteándole por la cabeza, y me entran unas tremendas ganas de partirme de risa. Me pongo la mano en la boca para que no se me vea la sonrisa, y miro al suelo.

    -Veras, te he mentido sigue él -. Sí que tengo novia.

    Aprieto con fuerza la mano. No sé si seré capaz de dominar las ganas de descojonarme en su cara.

    -La conocí hace unos meses.
    Pues muy bien, maricón.
    -¿De qué te ríes?
    -No, nada, sigue digo apretando la mano más todavía.

    La sangre mana cada vez en más cantidad. El tío tiene media cara cubierta y ni se entera, ¿pero qué podría decirle ahora? Quizás lo mejor sea que me largue.

    -Bueno, pues como te decía, conocí a esa chica y conectamos enseguida, pero hay un problema… y es que ella tiene novio. Pero ¿a donde vas? Espera, he de acabar de contártelo.

    El desgraciado se está quedando blanco como la pared.

    -Bien, bien, pero es que tengo prisa.
    -De acuerdo, acabaré rápido. Bueno, la chica tiene novio y no se atreve a hablar con él. Así que aquí estoy.
    -¿Qué quieres decir?
    La sangre llega hasta el hombro.
    -Que los dos tenemos la misma novia.

    El silencio llena la habitación. Nos quedamos mirándonos. A mí se me han pasado las ganas de reír. Él se toca la frente y se da cuenta de que está desangrándose. Lanzo un puñetazo contra la estantería y cientos de trocitos de porcelana vuelan por los aires. Continuo golpeando. La madera y mis nudillos crujen de forma similar. Cuando tengo los puños demasiado doloridos, la emprendo a patadas, hasta que la casa acaba convertida en un paisaje post nuclear.

    Dejo caer los brazos. Respiro profundo. Decido que no voy a matar a ese tipo. Le miro. Está tumbado sobre el sofá con los ojos cerrados. Tiene la camisa cubierta de sangre. Me acerco a tomarle el pulso, pero no lo encuentro por ningún sitio.

    Me pregunto qué es lo que le voy a contar a la policía.

    FIN

    Publicación November 5, 2022
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