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    María, la niña que jugaba en el cementerio.

    María: La niña que jugaba en el cementerio

    Autor: Grey Wolf. (J. David Guardado L.).
    E-mail: greywolf1@writeme.com

    I

    En el solitario cementerio de Eternidad algo ocurre. Hace unos instantes dos personas han profanado la paz del cementerio y ahora pagan su culpa. Lamentos y quejidos se escuchan por todo el cementerio.
    Oscuridad y niebla han cubierto el cementerio y el poder de ellos se ha desatado. Ellos no podía saber lo que ocurriría. Aun ahora no saben lo que ocurre. ¿Por que tenían que traer el mal a este sitio? ¿Por qué tenía que enfurecer a fuerzas que ellos no conocen? ¿Pero sobre todo por qué tuvieron que meterse con ella?

    II

    María es una niña muy gentil. Es de esas niñas que la mirás al rostro y te desbarata con su ternura. Tiene bellos ojos verdes como esmeraldas y una piel blanca como la nieve. Con su cabello rubio y su hermosa sonrisa parece un ángel caído del cielo. María es una niña también muy amable siempre ayuda a los demás y siempre se comporta con buenos modales y cortesía María es querida por todo en el pueblo de Eternidad, siendo Eternidad un pueblo pequeño y el padre de María es el único medico del pueblo. María ayuda a su padre siempre que puede y cuando ve a alguien con problemas no duda en traer consuelo y ayuda. Y ustedes se preguntarán como una niña tan dulce puede llegar a formar parte de este cuento. La respuesta es fácil, María aunque dulce y tierna no es como todas las niñas. A demás de ser la hija del único medico del pueblo y ser buena en todo lo que hace ella no es normal, su madre tampoco lo fue así como su abuela tampoco. Todas las mujeres de su familia gozan con la bendición o maldición de un poder secreto. Un poder que se muestra según el alma y corazón. Un poder que así como puede dar paz, puede ser aterrador…

    III

    María se encuentra tirada en el suelo, ella no quería que pasara pero ha ocurrido. Mientras mira como el poder de ellos consume a los dos extraños. Ella recuerda como comenzó todo…
    María tenía sólo 6 años. Ella asistía con su padre a la consulta de una señora con su hijo, el niño no se encontraba nada bien. Ella de algún modo sabía que no podría seguir con vida. Y al ver el rostro de su padre supo lo cierto que era. Lagrimas corrieron por sus ojos no podía soportar lo que estaba ocurriendo el niño había perdido el deseo de vivir, la enfermedad lo había consumido por completo. Su madre desconsolaba no hacía otra cosa que suplicar al padre de María que lo salvara. Pero ya no había nada que el pudiera hacer. El niño estaba muriendo. Su madre no pudiendo soportarlo abrazo al doctor y mientras lloraba de manera inconsolable. No era justo penso María como puede dejar a su hijo cuando más lo necesita.

    María no pudiendo soportarlo tomó la mano del chico y entonces escucho su voz. Una voz que no provenía de sus labios, el chico estaba inconsciente. María no sabía de donde provenía pero podía escucharla no con sus oídos sino con su mente y corazón.

    ¡Qué pasa! -susurro María un poco asustada. La voz parecía provenir del chico. Pero el chico esta inconsciente, agonizando y muriendo.
    ¡No quiero morir así! -escucho de nuevo.
    María estaba segura era el chico quien le hablaba.
    ¿Qué pasa? -pensó María.
    ¡El dolor, no soporto el dolor! -respondió de alguna manera el chico.
    ¡Puedo escucharte! ¡Y puedes escucharme! -pensó María.
    ¡Quiero morir ya! -respondió el chico.
    Lo siento no puedo curarte -pensó con tristeza María.
    ¡No quiero morir así! ¡El dolor es muy fuerte y estoy sólo! -exclamó con agonía el muchacho.
    ¡No estas sólo yo estoy contigo! -exclamó María.
    ¡Gracias! -exclamó el muchacho con gratitud.
    ¡Lamento no poder hacer más por ti! -gritó María derramando lágrimas sobre el cuerpo del muchacho.
    De repente María sintió surgir algo en su interior. Era como una calidez que salía de su corazón e invadía todo cuerpo.
    ¡Es tan cálido! ¡Tan hermoso! -exclamó de nuevo el muchacho.
    María no pudo contestar, sentía todo esa fuerza recorrer su cuerpo y salir de su cuerpo hacía el muchacho.
    ¡Gracias! ¡Ahora por fin puedo descansar! ¡No más dolor! ¡No más espera! ¡Lo único que lamento es dejar a mi madre! -dijo el muchacho a María.
    ¡Yo estaré con ella! -susurró con su mente María al muchacho.

    Y entonces el muchacho murió. Con María sosteniendo su mano. María cumplió su promesa. Estuvo con la madre del muchacho en todo momento, incluso semanas después del entierro. Ayudándola y consolándola. Pero aquel día en que enterraron el cuerpo del muchacho algo pasaría, algo que determinaría el futuro de María por muchos años.

    IV

    María se encuentra sola en cementerio. Acaba de acabar el entierro del muchacho. Ella nunca antes había estado en un cementerio. Su madre nunca había querido llevar.

    ¡Sería muy duro para ti pequeña! -solía decirle su madre.

    (La madre de María se había marchado del pueblo a visitar a una amiga cuando ocurrió esto. Pero un año después de esto su madre moría en un accidente de tren, sin saber lo que habría de ocurrir con su hija y sin explicarle los extraños dones de su familia).

    Todos se habían marchado. Ella había venido al entierro sin permiso de su padre. Sabía que no debió haber esto hecho esto sin permiso. Pero ella había hecho una promesa y tenía que cumplirla. Pero ahora estaba asustada. Asustada de que su padre la regañe. Por lo que al no saber que hacer. Se quedo ahí contemplando las solitarias tumbas. De repente empezó ha escuchar voces, lamentos, llantos.

    ¿Qué pasa? -pensó María pues las voces le recordaron al muchacho.

    Los quejidos aumentaron. A María le parecieron sonido muy tristes y no pudo evitar llorar por ellos. Fuera quien fuera estaba sufriendo mucho.
    ¡Puedo ayudarlos! -gritó María- Ya no sufran, yo estoy con ustedes.
    Las voces callaron por un segundo.
    ¿Quién eres y cómo puedes oírlos?-respondieron a María.
    ¡Soy María! -respondió María con lágrimas en los ojos.
    ¡Por que lloras niña! -pregunto una voz.
    María volteo hacia la voz y vio a una señora vestida de negro frente a ella.
    ¡Por ustedes! ¡Suenan tan tristes! -contesto María.
    Niña estamos muertos -exclamo otra voz, y un señor vestido con traje negro apareció.
    ¡Somos las almas que no encuentran descanso, somos las almas que de aquellos muertos y olvidados hace mucho tiempo! ¡Somos aquellos por los que ni el cielo ni el infierno son reclamados! ¡Somos aquellos cuyas familias y amigos han olvidado! ¡Somos aquellos por los que nadie reza! -exclamaron cientos de voces al unísono.
    En eso cientos de hombres y mujeres de todas la edades rodearon a María.
    ¡Pobrecitos! ¡Nunca más volverán ha estar solos yo estos con ustedes! ¡Yo seré su amiga! -dijo con ternura María.

    Desde entonces María no sólo ayuda y consuela a la gente viva del pueblo. Ella va al cementerio queda vez que puede. Limpia las tumbas y las adorna con flores. Juega y platica con ellos. Reza por su descanso y a veces cuando su rezó alcanza los cielos puede dar descanso a alguna de estas almas. Ella juega y pasea por el pueblo y el cementerio. Llevando consuelo y alegría a aquellos cuya alma vive en tormento, este vivo o muerto. Cuida a los enfermos junto con su padre y a la hora de morir los ayuda a hacerlo sin dolor. Y ella con orgullo llama a sus amigos del cementerio: “Sus amigos especiales de Eternidad”.

    Ahora 6 años después de ese día María contempla como sus agresores son atacados por “sus amigos de Eternidad”. Ella se encontraba rezando cerca de una tumba cuando de repente esos dos hombres aparecieron. No eran del pueblo pues si fueran del pueblo ella los habría reconocido.

    Tenía la apariencia de ser malhechores. María se dio cuenta de inmediato pues al verlos con su extraño don supo todo lo que habían hecho en su vida. Habían asesinado a varias personas, habían robado, violado mujeres y hecho toda clase de acciones impuras. Al verlos supo que era lo que querían hacer con ella. Ella los había descubierto escondidos en el cementerio y ellos estaban huyendo de la policía, no podían permitir que alguien los encontrara y quién lo hiciera debía desaparecer no importa quien fuera, ni siquiera una niña podría ser perdonada. Los malhechores trataron de agarrarla y calvarle una daga en el corazón para no ser denunciados.

    La agarraron por el brazo y estaban apunto de apuñalarla cuando ella gritó.

    ¡Amigos especiales ayúdenme! -gritó asustada María.

    De repente el cielo se oscureció. Un fuerte viento sopló por un momento y al siguiente todo esta cubierto con una extraña y densa niebla. Los atacantes de María salieron despedidos por los aires, golpeados por alguna extraña fuerza. De pronto los malhechores supieron de donde venía la niebla y el viento. Las tumbas estaban abiertas y de cada una salía grandes cantidades de niebla y viento, pero no sólo eso, las tumbas también estaban de alguna forma vomitando sangre.

    María miró todo esto en una mezcla de terror y fascinación. Sus amigos estaban tratando de protegerla. De repente cientos de gemidos y lamentos surgieron del viento y la niebla. Pero esperen no era niebla, eran las almas y fantasmas amigos de María. Todos se había reunido hasta formar un torbellino en torno a los malhechores, que en ese momento se encontraban tirados en el suelo, aterrorizados con lo que veían. De repente todas las almas se lanzaron como un torrente de niebla contra los malhechores. Se metieron por sus bocas y oídos mientras todas estas almas entonaban una extraña letanía. Los malhechores empezaron a convulsionarse y su piel se puso morada. Las venas y arterias de su cuerpo se hincharon y empezaron a estallar. Y después de unos segundos los malhechores dejaron de moverse. Estaban muertos y sus cadáveres bañados en su propia sangre.

    María se recupera de la impresión y corre hacia los malhechores con lágrimas en los ojos|. María empieza ha irradiar una luz blanca y pura y la luz ilumina todo el cementerio. En la luz se encuentran solo buenos sentimientos. Esperanza, consuelo, perdón, alegría y amor son los elementos que componen esa luz. La luz baña el cuerpo de los malhechores. María mientras irradia es luz perdona a sus atacantes por lo que trataban de hacerle y pide perdón al cielo por lo que sus amigo especiales acaban de hacer por ella. Todo vuelve a ser normalidad y bello en el viejo cementerio bajo la luz que irradia María.

    V

    Dos nuevas tumbas han sido cavadas en el cementerio de Eternidad. Y en cara una cuelga un rosario. Una niña de cabellos rubios como el oro, una niña con ojos verdes como esmeralda y una piel blanca como la nieve coloca un ramo de flores en cada una de las tumbas. La niña se inclina sobre las tumbas y hace una oración por cada uno. Ella sabe que ellos fueron malos. Ella sabe que debieron ir al infierno. Pero ella no quería para ellos ese sufrimiento. Ella hubiera preferido salvarlos. Ella sin saberlo lo hizo al perdonarlos y darles consuelo bañados por la luz. Ella acaba de rezar y saluda a sus dos “nuevos amigos especiales de Eternidad”.

    FIN.

    Publicación June 12, 2021
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