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    Amanecer Rojo

    AMANECER ROJO.

    La calle estaba completamente solitaria, tan sólo pasaban autobuses y algún que otro camión de basuras. Sentado en la puerta de Hacienda, fumándome un cigarrillo observaba aquella magnífica puesta de sol.

    Cuando se me consumió el cigarro me levanté para dirigirme a mi cobijo, de repente, un estruendoso ruido paralizó mi cuerpo, parecía el sonido de un disparo.

    Superado el miedo fui a ver que es lo que sucedía, de uno de los callejones salió un coche de los maderos a toda leche, a lo lejos un muchacho se estaba desangrando en la acera, empecé a correr, las piernas me temblaban, cuando llegué al escenario del crimen reconocí por su ropa al muchacho. Acababan de matar al “ patas “.

    La impotencia se iba adueñando cada vez más de mí, sabía que habían sido ellos pero estos no habían dejado ninguna huella, tan sólo una enorme mancha de sangre en la pared.

    El “ Patas “ y yo íbamos juntos al mismo colegio, allí eramos felices, al menos eso creo, no solíamos comer mierda de nadie hasta que un día el director firmó la hoja de expulsión. Después de aquello la cosa no nos fué tan mal, solíamos ir los fines de semana a bailar y el siempre me hacía reír, nos pasábamos toda la noche jugando al billar y fumando algún peta que otro.

    En un momento dado le confundieron por otro tipo, así que lo empapelaron y lo metieron en el talego. El juicio fué algo asombroso, la maldita ley no es mas que un truco de protección que sólo protege a los ricos fomentando el orden, la sumisión y la coacción ( y el que no piense así que lo discuta con el “ Patas “ ). El Patas y yo nos miramos con cara de espanto, no teníamos mucho que defender tan sólo nuestra libertad.

    En aquella época hice lo que pude para escribirle, trataba de darle ánimos para que no se hundiese en aquél penal, en mis cartas le decía que cuando saliése de la cárcel convertiríamos la ciudad en cenizas, que algún día seríamos libres y que no nos volverían a trincar nunca más.

    Pasaron los años y por fín le dieron la blanca, ahora me lo encuentro aquí, no había tenido ocasión de hablar con él, tendré que contentarme con los recuerdos del ayer.

    Salí corriendo, estaba lloviendo, crucé todo el barrio hasta que llegué a mi pequeña casa, entré como de costumbre por la ventana ya que la puerta estaba tapiada con cemento. Encendí una vela y me senté en el sillón junto a una botella de cerveza que alguien se habría dejado por ahí tirada, no pude contener la rabia y empezaron a saltarme las lágrimas. Llovía sin cesar, en la casa se respiraba ambiente de dolor y desasosiego. Que rápida viene la muerte y sin avisar. Me sentía tan impotente que no sabía cómo reaccionar. En aquél momento me pasaron por la mente aquellas palabras que díjo el juez : Tiene derecho a que no lo maten. (Claaaro es un crímen, eso sí, a menos que lo haga un aristócrata o un policía) Tiene derecho a comida y dinero. ( Siempre y cuando no le importen las: Humillaciones, investigaciones, violaciones, etc, etc, etc…)
    Tiene derecho a libertad de opinión. (Yaaa, con tal de que no seas tan tonto cómo para intentarlo de verdad)

    Todo esto me huele muy mal, ya nada tiene sentido, me da la impresión que nos quieren robar la vida, que pretenden manejarla como si de una marioneta se tratáse moviendo los hilos para controlarnos a pesar de que siempre habrá huecos para escaparse. El único hueco que me queda es el de buscar la liberación.

    Sin pensármelo dos veces fuí a buscar a Juan, éste trabaja en una de esas radios libres que trabajan por un cambio social para ver si podía expandir la noticia y así luchar desde la calle e incluso si fuera necesario montar barricadas contra el sistema policial.

    Juan se puso manos a la obra, estudiamos la forma de hacer el programa y empezamos a emitirlo, la gente reaccionó muy positivamente, el teléfono no paraba de sonar. Estaba empezando a anochecer así que me despedí de Juan y de la gente que había por allí, el camino hacia casa se me hizo interminable , a pesar de todo lo que estabamos haciéndo sabía que el gobierno no se molestaría lo más mínimo, como es peculiar en ellos ,enviarían seis o siete furgonetas de maderos y ya está todo arreglado.

    Cuando por fín llegué a mi casa me eché las manos a la cabeza pués me había quedado sin ella, la habían tirado abajo, sólo habían dejado en pie el marco de la puerta con un enorme cartél del ayuntamiento. Busqué entre los escombros para ver si encontraba alguna de mis pertenencias, pero no pudo ser, seguramente estarían debajo de aquella enorme montaña de mierda.

    Van a transformar la vivienda en un precioso museo de arte, ! no se que hacer !, me han dejado completamente tirado y ni siquiera han tenido la gentileza de sacar las cosas que tenía dentro. ¿ Que voy a hacer ?, ¿ Dónde iré a parar ?, sólo me queda una salida, la liberación.

    A lo lejos el coche de maderos hacía sonar su sirena, ese ruido que salía de los altavoces me estaba matando, ! ! JODEER ! ! tanto tiempo con el puto ruido y todavía no me he acostumbrado.

    Es el fín, la gente duerme para esconderse de tanta porquería, las calles completamente solitarias, y yo lo he perdido todo.

    El cielo iba cambiando rápidamente de color, sabía que sería el último amanecer que vería, así que dejé que hirviera en mí la sed, dejé que desgarrara mis entrañas, completamente dolído y sin entender nada decidí saltar al vacío. Lentamente dejaba atrás aquel hermoso puente de madera, por debajo de mí el río se iba alejando hasta que se perdía entre los enormes edificios, a medida que se acercaba mi muerte sentía más ganas de acabar con ella.

    Los pajarillos revoloteaban a mi alrededor como queriéndome transmitir algún mensaje, mientras… el cambio que experimentó mi cuerpo resultó tan inesperado y espantoso que me descubrí conteniendo la respiración, por la mente iban pasando miles de recuerdos como si de imágenes congeladas se tratásen. El remordimiento ha hecho presa de mí, el pasado me roe, y un grito de LIBERTAD, LIBERtad, LIBertad, Libertad, se repite una y otra vez siendo arrastrado por la corriente. Tiempo de morir.

    Publicación November 13, 2020
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